Editorial ABC
Situación financiera insostenible
El fondo que ha aprobado la Unión Europea será de una inestimable ayuda, pero no será suficiente ni de lejos para enderezar la situación
El aumento desbocado de la deuda pública (que ha marcado un máximo histórico en junio) es un síntoma inequívoco de que el Estado está en una situación financiera insostenible. La parálisis de la economía a causa de la pandemia del Covid-19 no solo ha supuesto la ruina de muchas empresas sino que también ha cortado en seco los ingresos fiscales y aunque no se puede decir que el Gobierno haya sido de los más activos en tomar medidas para paliar los efectos de la crisis, el aumento del gasto de las administraciones conlleva necesariamente la búsqueda de financiación externa. Y si todavía las condiciones del mercado siguen siendo excepcionalmente favorables gracias a la intervención del Banco Central Europeo, hay que tener en cuenta que ese dinero tendrá que ser devuelto tarde o temprano y sus intereses devengados, para lo que será necesario hacer ajustes en el gasto público. No hace falta ser doctor en economía para saberlo.
El fondo que se ha aprobado en la Unión Europea será de una inestimable ayuda (causa escalofríos pensar que España tuviera que hacer frente en solitario a esta catástrofe), pero no será suficiente ni de lejos para enderezar la situación. En el mejor de los casos tenemos por delante una década -otra- de esfuerzo para poder llegar, no ya al objetivo de rebajar la deuda al 60 por ciento del PIB, que es lo que requiere el Pacto de Estabilidad, que eso es algo actualmente imposible, sino siquiera para recuperar medianamente el grado de endeudamiento que teníamos antes de la crisis del Covid-19, que ya era demasiado elevado. Los cálculos del Banco de España que prevén que llegaremos al 120% del PIB nos situan más cerca de Grecia que de los demás países.
Evidentemente, cualquier ensoñación en materia económica construida a partir del pacto de coalición entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias queda completamente invalidada por la aplastante realidad. Uno y otro pueden seguir soñando con su combate irredento contra la austeridad, pero eso no cambiará la realidad. En estos momentos España necesitaría un Gobierno capaz de entender lo que está pasando y de afrontar las auténticas reformas que nos permitan superar esta hecatombe. El manido eslogan de no dejar a nadie atrás puede transformarse en la receta para que todo el país se quede relegado, si se mantiene el rumbo actual, o en un rumbo hacia un camino razonable para que todos tengamos un futuro. En todo caso, el aumento desbocado de la deuda es un indicativo -y no el primero- de que el programa económico de este Gobierno es inviable y menos aún si Sánchez se empeña en seguir dependiendo de la rémora que representa Podemos, con su carga ideológica irracional y contraproducente.