Testimonios del coronavirus

Carta de la dueña de una frutería: «He decidido traspasar mi negocio y empezar una nueva vida rural»

«Estos meses han sido los peores de mi vida en el trabajo. He visto miedo, desesperación y egoísmo en los ojos de muchos clientes»

Silvia López y su familia. Foto enviada por la autora de la carta a ABC.

Silvia López

Debido a la crisis del coronavirus he decidido traspasar mi negocio y empezar una nueva vida rural.

Regento una frutería desde hace diez años (cuatro por cuenta ajena y seis como autónoma). Junto a mi familia hemos conseguido vivir de ella a base de mucho esfuerzo, horas y sacrificios personales , pagando impuestos abusivos que no nos dejan librarnos de las deudas.

Este 2020 por fin me iba a casar y a buscar un hogar donde formar nuestra nueva familia y...¡boom! Llega el temido coronavirus y todos nuestros sueños se convierten en confeti. De repente me sentí débil y con mucho miedo. Cerraron los colegios, los bares y los comercios.

Tomamos la primera decisión que marcaría los siguientes acontecimientos: cerrar la frutería . A pesar de la ruina que nos iba a generar consideramos que era la mejor opción, puesto que mi madre trabajaba conmigo y mi abuela de 89 años vivía con ella. Preferimos anteponer la salud de nuestra familia a la economía. Las futerías somos esenciales, lo cual significa que no recibimos ninguna ayuda del Estado.

En mayo volvimos a trabajar invirtiendo dinero, que no era nuestro, en mamparas, guantes, mascarillas, etcétera. Toca empezar a vivir en la nueva normalidad.

Estos meses han sido los peores de mi vida en el trabajo. He visto miedo, desesperación y egoísmo en los ojos de muchos clientes, pero lo que más me ha dolido sin lugar a dudas ha sido la falta de empatía y humanidad de muchas personas.

Después de todo este panorama tomé la decisión más difícil: traspasar mi negocio. Toca empezar de cero. En la ciudad era misión imposible debido al elevado precio de la vivienda y las jornadas incompatibles con la maternidad. Tuvimos la idea de ponernos en contacto con el ayuntamiento del pueblo de nuestros abuelos , con apenas 500 habitantes.

Después de unos días nos telefoneó la alcaldesa, quien nos ha dado mucho ánimo y fuerzas para empezar nuestra nueva vida y nos ofreció ayuda para encontrar trabajo y casa. Y así estamos, con las maletas hechas y un millón de esperanzas rumbo a nuestro nuevo hogar.

* Silvia López Terrón tiene 30 años y es de Valencia.

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