Editorial ABC

Sijena, ni robo ni expolio

Sijena es la consecuencia de un conflicto aletargado en los tribunales, que ha contado con una resolución de un juez independiente capaz de haber ponderado todos los factores en juego

Los operarios retiran las obras del Monasterio de Villanueva de Sijena (Huesca), que se encontraban en el Museo de Lérida EFE

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Como era de esperar, el independentismo ha convertido la decisión judicial de reponer a Aragón las 44 obras del Tesoro de Sijena que hasta ahora permanecían en Lérida en un «expolio» de esa España abusiva en la que el deporte nacional es atacar a Cataluña. Esa reacción es otra prueba de que la mentira se ha convertido en el argumento más victimista de una «posverdad a la catalana» repleta de falsedades históricas. Sijena no es una cuestión cultural, sino la coartada de un independentismo que vive al margen de la ley, y que se ha instalado en un limbo virtual en el que cualquier excentricidad, como la de sostener que se trata de un tesoro legítimo del pueblo de Cataluña, se convierte en un pseudoargumento político de campaña electoral.

De nuevo el separatismo pretende deconstruir la historia para fabricar una realidad a su medida. Es lo que hace a diario Carles Puigdemont cuando pervierte el verdadero significado de palabras como exilio o presos políticos, o cuando divide a los españoles entre independentistas sumisos y franquistas irredentos. Siempre la mentira por bandera, con desprecio a la legalidad y con esa inasumible carga de demagogia de quien ya no solo dice que «España nos roba», sino también «expolia» en venganza por la declaración unilateral de independencia.

Sijena no es un capricho gubernamental para desmontar parte del andamiaje del separatismo catalán. Ni siquiera una consecuencia directa de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que permitió destituir a la Generalitat y disolver el Parlament. Sijena es la consecuencia de un conflicto aletargado en los tribunales desde hace años que ha contado con una resolución de un juez independiente capaz de haber ponderado todos los factores en juego y, muy especialmente, los derechos reales de una comunidad autónoma sobre otra. Por eso, la primera parte del error del independentismo consiste en fabricar la mentira. La segunda, en que haya ciudadanos catalanes abonados a una lamentable ceguera y proclives a una intransigente manipulación sin capacidad de autocrítica, porque el dato cierto es que nadie despoja a nadie de su patrimonio. Al contrario, retorna a su propietario todo un legado artístico reclamado históricamente con razón y criterios de justicia, por más que duela a los ilerdenses contemplar la salida de un tesoro que ya habían acuñado sentimentalmente como propio. Por eso, no es de recibo que también el líder del PSC, Miquel Iceta, utilice Sijena con argumentos subalternos a los del secesionismo para ganar votos. Iceta ha convertido la campaña del 21-D en una prueba de fuego sobre sí mismo y sobre la capacidad de supervivencia de su partido, en lugar de ofrecerse como instrumento útil para un relevo político en la Generalitat. Sus coqueteos con el separatismo deben poner en guardia al PSOE.

Sijena, ni robo ni expolio

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