CARTAS AL DIRECTOR

La prueba de la ocultación del virus: «Llegué a Málaga con coronavirus a finales de diciembre»

«Tras llegar, me fui al médico de cabecera, y me mandó antibióticos. Durante dos semanas estuve mal, aunque poco a poco los dolores, y la excesiva tos y mucosidad iban remitiendo»

Sergio F. Romero

En diciembre acabé mi contrato en la ciudad donde estaba, al sur de China, en la provincia de Fujian. La última noche, la del 19 al 20 de diciembre comencé a sentirme mal. Fiebre, aparte de tos y mocos, y un grandísimo dolor de cuerpo . Lo que vienen siendo los síntomas normales de una gripe.

Al día siguiente, partí hacia la ciudad de Xiamen, donde mis compañeros chinos me habían preparado una cena y un almuerzo y visita a la ciudad como despedida. Como es lógico, a la cena no pude ir por la fiebre. Me quedé durmiendo en el hotel. A medianoche, me desperté en un charco de sudor. El día siguiente fue el de la visita turística. No podía ni andar, pero hice un educado esfuerzo y aguanté hasta las 18 horas que me llevaron y me dejaron en el aeropuerto. Por la noche cogí un avión hacia Pekín. Al ir «dopado» de paracetamol, hice el viaje más o menos bien, pero, las cosas de los aeropuertos, hubo overbooking y me quedé en tierra . En ese instante sí que me encontraba mal. Por más paracetamol que tomaba, peor me encontraba.

Tuve que pasar la noche del 21 al 22 en un hotel y por la mañana volver al aeropuerto de Pekín para coger un nuevo vuelo que me habían dado con destino a Moscú. Así que el 22 de diciembre, a las 11 de la mañana, hora china, salí destino al aeropuerto moscovita con casi 40 de fiebre, y sin poderme mover. Jamás me había sentido más indefenso, pensé incluso que podía morirme. Al llegar a Moscú, y como me habían dado un asiento en primera clase por el tema de la pérdida del vuelo anterior, me dijeron que podía pasar a una sala gigante con zona de descanso y buffet para comer. Cómo estaría de mal que fui incapaz de probar bocado.

La peor parte del viaje fue la de Moscú a mi ciudad, Málaga . Pese a ir en primera clase, el malestar que sentía iba cada vez a más. Una azafata me insistió en que tomará algo, pero fue imposible. Creo que he sido el primer viajero en la historia que viajando en primera clase solo ha tomado agua.

Tras llegar a Málaga el 22 de diciembre , me fui al médico de cabecera, y me mandó antibióticos. Durante dos semanas estuve mal, aunque poco a poco los dolores, y la excesiva tos y mucosidad iban remitiendo. Todos los síntomas que días después comenzaron a diagnosticar como del coronavirus chino.

Una vez me sentí mejor, y tras oír lo que sucedía y cuáles eran estos síntomas, llamé al teléfono de Salud Responde y les conté lo sucedido. Oí cómo el médico que me atendió al teléfono contaba a otro médico lo que me había pasado, y claro, entiendo que al ser todo tan novedoso, no actuaron quizás como debieron , y simplemente contaron los días que hacía desde que salí de China hasta ese día. Como eran más de 14 me dijeron que seguro no tenía la enfermedad y que permaneciera atento a cualquier posible novedad en mi estado. Poca o ninguna novedad se produjo. ¿Y en ese tiempo? Pues ya se pueden imaginar a la de gente que pude contagiar, si realmente tuve el Covid-19.

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