Editorial ABC
Separatismo: entre la obsesión y el ridículo
El separatismo sigue volcado únicamente en su obsesiva quimera secesionista, tarea para la que siempre halla una excusa para llevar al Parlamento catalán al borde de una nueva vulneración de la ley
Ni que sea el mes de agosto, ni que tengan encima uno de los principales rebrotes de coronavirus de toda España, ni que padezcan una catástrofe turística sin prácticamente parangón en la historia reciente... El separatismo sigue volcado únicamente en su obsesiva quimera secesionista, tarea para la que siempre halla una excusa para llevar al Parlamento catalán al borde de una nueva vulneración de la ley. En un pleno de la semana pasada el sector independentista aprobó una resolución que, con la excusa de la salida de Don Juan Carlos de España, contiene puntos que inciden en ratificar el referéndum ilegal del 1-O y la posterior Declaración Unilateral de Independencia y en reprobar a Don Felipe. Los letrados de la Cámara han avisado de que es ilegal llevar semejante patraña al Boletín Oficial del Parlament. De inmediato, los partidos separatistas se han echado encima de los letrados, ejerciendo sobre ellos toda clase de presiones para que den luz verde a una nueva ilegalidad. Hace tiempo que la ley es lo de menos para la facción secesionista. Si no fuera tan grave esa especie de insumisión a la ley a veces movería a la risa su infantilismo. Pero ni haciendo el ridículo se ponen de acuerdo. La parte «convergente», encabezada por el propio Torra -el inhabilitado por los tribunales que se niega a marcharse a su casa-, insiste en que se publique la resolución aunque por el momento no ha encontrado apoyo para esta demanda en ERC. Esta discrepancia ha agrandado la brecha entre las dos (o tres, si tenemos en cuenta al fugado de Waterloo) principales facciones del separatismo, que andan a palos desde que las urnas son inevitables. La idea original de la «resolución anti-Felipe VI» era poner al PSC y los podemitas locales en un brete y al final el bumerán se les ha vuelto en contra agravando las rencillas internas.