David Gistau

Semáforos

Las nuevas figuras de los semáforos de Madrid se pretenden inclusivas pero plantean un problema

David Gistau

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El Ayuntamiento de Madrid ha intervenido en algunos semáforos de la ciudad para dotarlos de un alma inclusiva, integradora e igualitaria. Son tan buenas personas, esos semáforos humanizados, que no les falta sino tomarnos en brazos para ayudarnos a cruzar como si vadeáramos un río y ellos no estuvieran dispuestos a permitir que se nos mojen los calcetines. Semáforos que podrían mediar en las discusiones de tráfico hasta obtener el abrazo de los contendientes. Semáforos con sentimientos correctos en lo que concierne a la moral pública . Incluso habiendo fracasado la idea de los autobuses con una huerta en el techo, ¿no es ésta la mejor de las ciudades posibles de cuantas habrán de emerger para que retoce La Gente en estado de gracia rusoniana en el paraíso de la Nueva Política?

Al ver las nuevas figuras, recordé la solitaria dignidad de aquel Ampelmännchen de la RDA que se empeñaba en llevar sombrero cuando ya sólo lo hacían los personajes de las nostalgias de Garci. Su creador, Karl Peglau , creyó que las autoridades orientales jamás se lo permitirían por ser el sombrero un atributo indumentario burgués. Pero ahí resistió el Hombrecito, temiendo siempre la deportación, hasta los tiempos en que la unificación lo convirtió en uno de los recuerdos favoritos de la «ostalgie»: el «vivan las caenas» alemán. Hombrecitos con sombrero creo haberlos visto en los semáforos de Santander y no ha de extrañarme, puesto que una ciudad con ese sentido de la elegancia -y con esa lluvia- se presta a que el retrato-robot de sus vecinos lleve borsalino o al menos gorro de agua.

Las nuevas figuras de los semáforos de Madrid , cuyo ayuntamiento procura apropiarse de todos los valores positivos como si sólo a Podemos fueran debidos, se pretenden inclusivas pero plantean un problema de difícil solución. Teníamos aceptado por convención que la figura anterior nos representaba a todos y que por tanto todos éramos invitados a cruzar con seguridad cuando se ponía en verde. Ahora no es así. Ahora hay que ser interpelado personalmente como lo son las parejas homosexuales. ¿Ha de esperar un obeso para cruzar a que parpadee en verde una silueta como la de Hitchcock? Porque si aparecen dos señoritas en falda, ¿quién le asegura a él que puede pasar? ¿Deberá permanecer quieto un punk hasta que aparezca el dibujo de una cresta? ¿Y qué hago yo si me dispongo a cruzar con todos mis hijos y no aparece la figura de un hombre adulto rodeado de otras chiquititas? ¿Es que no es un semáforo apto para familias numerosas? ¿Es que sólo me será permitido cruzar si agarro de la mano a otro señor que pase por ahí y dejo atrás, abandonada, a mi progenie? Ustedes dicen que son inclusivos pero los punks gordos heterosexuales padres de familia no tienen figurita que reconozca su existencia. Ni los portadores de chistera. Ni los «runners». Ni las sardineras. Ni los jinetes. Ni los barbudos. Ni los misántropos . Ni los que se están meando. Ni los que llevan corbata. Ni los viejitos con bastón. Ni…

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