Editorial ABC

Sánchez sabe dónde está el problema

El presidente del Gobierno señala al PP, pero calla sobre el verdadero motivo del fracaso de la renovación del CGPJ: los incesantes ataques de Unidas Podemos contra la Corona

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No le faltaron ayer motivos a Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, para denunciar la situación de interinidad, ya cronificada, a la que el desencuentro entre los dos principales partidos ha conducido a los órganos judiciales. Lesmes no dudó en calificar de «seria anomalía» una prórroga que se prolonga desde hace casi dos años y que representa -añadió- un incumplimiento «de la propia norma fundamental, con grave quebranto para la Justicia española». Dilatar la renovación del poder judicial representa, como señala Lesmes, una seria anomalía, pero no lo es menos la actitud negociadora que exhibe Pedro Sánchez, que solo unas horas antes de que el presidente del CGPJ hiciera pública su denuncia no tuvo pudor en airear y tergiversar las conversaciones mantenidas con el Partido Popular durante este fallido proceso de renovación. Fiel a su estrategia de responsabilizar a la oposición de cualquier situación de crisis, el presidente del Gobierno aseguró que Pablo Casado decidió romper de forma unilateral un acuerdo que hace solo unas semanas estaba cerrado «al 99 por ciento». A mayor abundancia, Sánchez se refirió a los mensajes personales de whatsapp que había cruzado con Casado, de nuevo con la intención, ya recurrente, de presentar al PP como un partido radical que rechaza cualquier pacto de Estado, ya sea de reconstrucción económica o, como es el caso, de renovación de los órganos judiciales. Nada dijo el presidente del Gobierno, muy selectivo en sus críticas, sobre el verdadero motivo del fracaso de aquella negociación, derivado de los ataques de Unidas Podemos, socio del Ejecutivo de coalición, contra la Corona. Sobre esa ofensiva, Sánchez guarda silencio. No tiene ningún whatsapp del que hablar.

Ayer mismo, Pablo Iglesias aseguró que la monarquía parlamentaria que consagra la Constitución de 1978 solo cuenta ya con el apoyo de los sectores «más retrógrados y reaccionarios». El líder de Unidas Podemos -vicepresidente del Gobierno que preside Pedro Sánchez- se permitió el lujo, consentido por Ferraz y la Moncloa, de implicar al propio PSOE en su aventura republicana y antisistema, una campaña de desgaste que no solo atenta contra la Corona, sino contra los acuerdos que desde hace décadas sostienen, con altibajos, el juego democrático. La «seria anomalía» que denuncia Carlos Lesmes desde el CGPJ es una anécdota en comparación con la grave anomalía que representa la actitud cómplice de Pedro Sánchez hacia sus socios de Ejecutivo. No son los jueces las víctimas de su manual de supervivencia, y tampoco un PP traicionado por filtraciones interesadas y manipuladas, sino la propia nación. La culpa de todo, pase la pase, será para Sánchez del PP.

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