EDITORIAL
Sánchez, obligado a intervenir Cataluña
En apenas cuarenta y ocho horas, el presidente de la Generalitat se ha revelado explícitamente como un inductor a la violencia en Cataluña. El resultado de este alineamiento con los violentos se vio en la infame impunidad con la que los CDR cortaron este fin de semana los accesos a Barcelona a través de la AP-7, o con la que levantaron ayer peajes en las autopistas. Además, Torra ha hecho pública su adhesión a la denominada «vía eslovena» para la independencia, es decir, a la guerra. Eslovenia se independizó de Yugoslavia en 1991 tras la llamada Guerra de los Diez Días, con decenas de muertos y heridos. Este es el modelo violento que Torra propone a los catalanes para lograr la separación de España, mientras Pedro Sánchez y sus ministros miran a otro lado y muestran su piel sensible, herida por los doce diputados de Vox en Andalucía. Su socio en la moción de censura e interlocutor para los presupuestos es un apologista de la violencia contra España, que propugna una guerra y ha maniatado a los Mossos para que los CDR siembren el caos impunemente y, en una Cataluña sin seguridad ni libertad, aumenten el escenario de violencia para venderlo al extranjero.
Esta situación es insostenible y corresponde a Sánchez ponerle fin, proponiendo la inmediata aplicación del artículo 155 de la Constitución y removiendo hasta los cimientos de la insurrección separatista, o disolviendo las Cámaras para que los ciudadanos elijan un gobierno no acobardado por los enemigos de España. Si Torra bordea al Código Penal con sus invitaciones a la violencia, el Ejecutivo juega con su responsabilidad constitucional al no usar los medios previstos por la ley para responder a la violencia y a la derogación del Estado de Derecho que se está produciendo de facto en Cataluña. Y si a Sánchez le viene grande España, la solución está en las urnas.