Editorial ABC

Sánchez, licencia para mentir

Torra replicó ayer que el de Sánchez es un «gesto vacío», exigió una relación bilateral exclusiva y a idéntico nivel institucional, y planteó un calendario para la autodeterminación

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La opacidad con la que Pedro Sánchez está negociando su investidura con ERC no es de recibo. Dada la volatilidad de su palabra, y su afición constante a mentir a los españoles al decir una cosa y su contraria sin sonrojo, no basta con que el presidente del Gobierno explique a los ciudadanos que todo acuerdo quedará dentro de la Constitución. Sobre todo, si como viene defendiendo, España es un Estado «plurinacional» y Cataluña, una nación. Ese criterio, no defendido precisamente en muchos ámbitos del PSOE, no es constitucional. Pero no es el único ejemplo, y por eso Sánchez se resiste a dar una sola explicación a la opinión pública negando a los periodistas la posibilidad de interpelarle. Su decisión de limitar a solo dos preguntas de la Prensa sus contadas apariciones es indigna de un presidente del Gobierno. No es solo una conducta prepotente, arbitraria y caprichosa, sino que hurta a la ciudadanía la posibilidad de estar informada, o de interpretar sus respuestas a preguntas basadas en criterios democráticos de transparencia y de puro sentido común. Ese hurto se convierte en algo aún más grave si lo que está en juego es la gobernabilidad de un país de la mano del separatismo.

Además, su estrategia política tiene mucho de fraude al electorado. En campaña sostuvo que no negociaría con el independentismo. Por supuesto no ha cumplido, y ha condenado a su partido a aceptar un chantaje en el que el «derecho de autodeterminación» o la celebración de un referéndum, sea vinculante o no, están encima de la mesa. Por eso ha disfrazado de «ronda» con partidos políticos y presidentes autonómicos lo que no es sino otra cesión al secesionismo catalán: la aceptación de un cara a cara con Joaquim Torra después de que La Moncloa se ufanase semanas atrás de no atender ni siquiera sus llamadas telefónicas. Y todo, con el resto de presidentes autonómicos citados como comparsa para simular que dispensa a todos un trato idéntico, que escucha sus reivindicaciones y que nadie debe poner en solfa sus negociaciones con un partido que pretende la fractura de España.

Para colmo, la oferta de Sánchez a Torra para que ERC trate de sumar a Junts per Catalunya a la hipotética abstención en su investidura ha sido contestada con desprecio por el presidente de la Generalitat. Torra replicó ayer que el de Sánchez es un «gesto vacío», exigió una relación bilateral exclusiva y a idéntico nivel institucional -lo cual es imposible-, y planteó un calendario para la autodeterminación. En este proceso alguien está mintiendo. O el separatismo con sus exigencias para terminar cediendo, o Sánchez disfrazando como constitucional lo que es ilegal. De momento, el separatismo va ganando la mano.

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