Editorial ABC
Sánchez juega con el prestigio de España
La decisión, unilateral y electoralista, de retirar la fragata Méndez Núñez de su misión con la US Navy hiere la fiabilidad de nuestras Fuerzas Armadas y el compromiso de España como socio
La decisión del Gobierno de ordenar a la fragata Méndez Nuñez que abandone el grupo de combate del portaaviones norteamericano Abraham Lincoln es un grave error que puede causar un daño ya muy difícil de reparar en nuestra reputación internacional. En este ejercicio de antinorteamericanismo alérgico en el que suele instalarse el PSOE para complacer a sus aliados de extrema izquierda, llueve sobre mojado, después de la catastrófica decisión que tomó Rodríguez Zapatero de ordenar la retirada de tropas de Irak, sin consultas ni coordinación con los aliados y -lo que fue gravísimo- alentando a los demás países a hacer lo mismo. Amén de aquel absurdo desplante a la bandera de Estados Unidos en el desfile del 12-O.
De hecho, cualquiera habría visto este ejercicio de cooperación entre las dos armadas como una excelente oportunidad para superar aquel trauma y restaurar la confianza en la seriedad de nuestro país. Por ello, al tomar esta decisión de interrumpirla el Gobierno se equivoca doblemente porque tropieza voluntariamente dos veces en la misma piedra. Dice la ministra Robles que se trata de una eventualidad que estaba prevista en el acuerdo que enmarca esta cooperación, pero no puede ocultar que la causa ha sido la decisión de Washington de utilizar este grupo aeronaval como medida de disuasión para frenar las amenazas del régimen teocrático de Teherán, cuyas continuas maniobras para desestabilizar la región de Oriente Medio no son un secreto para nadie. Puesto que se trata de una misión disuasoria, el hecho de que una de las unidades abandone el grupo perjudica a los objetivos que persigue y siembra una duda sobre el compromiso real de los aliados occidentales. Si abandonan cuando existe un riesgo de verdad ¿para qué sirven esos aliados? El electoralismo de la medida vuelve a perjudicar al prestigio de nuestras Fuerzas Armadas al poner gratuita e irresponsablemente su fiabilidad en una misión combinada. Es cierto que existen discrepancias diplomáticas entre la política norteamericana y la posición europea sobre Irán, pero no justifican esta decisión que, para más inri, no se ha tomado en coordinación con los socios en la UE sino que ha sido otra vez una reacción sectaria. Por no hablar de otros efectos secundarios graves para la industria naval que puede ver peligrar un mega-contrato de veinte fragatas para la Armada estadounidense tras este absurdo e innecesario desplante.
El colmo del desafuero ha sido ver cómo Defensa trataba de justificar su error diciendo que la fragata, en realidad, conmemoraba el V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo, efeméride que el Ejecutivo se ha esforzado en ningunear por razones que no quiere confesar pero que ofenden a cualquier español que valore la historia de su país. No contento con soslayar el mejor pasado de España, Sánchez juguetea ahora con su futuro.