En primera fila
Crasa irresponsabilidad
El órdago de hoy no deben ser los eurobonos sino la respuesta sanitaria única que Europa debe dar contra el virus

Escuchar a Pedro Sánchez cuestionar la viabilidad de la Unión Europea y malmeter a la población española en su contra, solo porque no obtiene el cheque en blanco que pretende, revela hasta qué punto no solo es imprudente sino que tiene nula capacidad de aprendizaje. ... El líder socialista parece haber olvidado que, hace solo ocho años, la crisis financiera convirtió a los países del Sur en tal lastre económico para el proyecto común que durante meses nos acostamos sin saber si al día siguiente nuestro país seguiría formando parte del euro o si éste seguiría existiendo. ¿Acaso quiere Sánchez colocar a la Unión ante la misma encrucijada?
Aquellos días de drama y congoja fueron superados con sangre, sudor y lágrimas «churchilianos» pero también con la ayuda europea. La dura prueba sirvió para hacer avanzar al proyecto y los países del Norte aprendieron que no pueden desentenderse de lo que sucede en el Sur. Ante la emergencia que vivimos hoy, no ha habido que rogar al BCE una y otra vez que intervenga en nuestro auxilio, sino que ha desplegado su escudo de protección en cuanto nuestra prima de riesgo ha empezado a subir. Si hoy los especuladores no logran hacer mella en la cotización de la deuda española, italiana o portuguesa con la crisis que se avecina es, precisamente, porque la Eurozona ha abierto su paraguas.
¿Qué hacen, por tanto, Giuseppe Conte, Pedro Sánchez y António Costa echando un pulso a la Unión por unos eurobonos que hoy ni siquiera necesitan? ¿Qué respuesta esperan obtener si ni siquiera concretan qué cantidad pedirían, qué grado de responsabilidad asumiría cada país y durante cuánto tiempo se extenderían? Exigir a los socios que acepten una mutualización de la deuda sin aclarar todas estas elementales cuestiones es pedir un cheque en blanco que nadie en su sano juicio va a otorgar. Y bloquear los acuerdos que el proyecto comunitario necesita hoy por una medida a implementar dentro de cinco años es abonar la división en una Europa que tiene que estar más unida que nunca. Crasa irresponsabilidad.
Así pues, mientras el Norte de Europa sí aprendió la lección que le tocaba, no puede decirse lo mismo del Sur. Primer olvido, la ayuda comunitaria no es un maná que cae del cielo sino recursos que salen de las arcas de cada país. A los respectivos gobiernos les toca convencer a sus ciudadanos de que es mejor dedicar parte de sus ahorros a ayudar a los vecinos en apuros que a fortalecer su estado de bienestar, pagar menos impuestos o mejorar sus infraestructuras. Ni es un discurso fácil, ni apetecible. Todo lo contrario, tensiona y abona el camino al egoísmo antieuropeísta. Segundo olvido, los líderes europeos son mucho más receptivos cuando quien pide auxilio es un Ejecutivo que hace los deberes y cuenta con credibilidad, pero se ha visto sobrepasado por las circunstancias. En cambio, son duros de oído con quien exige ayuda precipitadamente mientras comete continuos errores de gestión que hunden su imagen.
En lugar de intentar asaltar el cielo, como tanto le gusta a Pablo Iglesias, Sánchez debería batirse en el suelo por lo que hoy necesita Europa: una respuesta única contra el virus, una coordinación en cuanto a protocolos y tiempos, paquetes de medidas, restricciones excepcionales, cierres de fronteras... Ése debe ser la órdago de hoy y no los eurobonos que, al igual que las responsabilidades, ya tendrán tiempo de ser debatidos cuando sea superada la pandemia.
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