La famosa mayoría
Torra tiene la tentación de aferrarse a su épica de presidente legítimo para intentar repetir como candidato
Ya muy pocos se atreven a decir que existe en Cataluña una mayoría independentista, pero muchos aún insistían, por lo menos hasta este mediodía, que había una mayoría independentista en el Parlament. No es verdad. Nunca se articuló y por lo tanto no puede considerarse «mayoría». La única vez que se articuló fue para declarar una independencia que ni ellos mismos reconocieron. «La república no existe, idiota», mucho antes de decirlo aquel mosso d'esquadra, se lo dijo Puigdemont a Junqueras mientras el primero se fugaba traicioneramente y el segundo ingresaba voluntariamente -yo diría que hasta con ilusión- en la cárcel. Ni está ni estuvo nunca la famosa mayoría independentista, y lo que acaba de saltar por los aires no es un Govern siempre unido que ha tenido un accidente sino una pugna sorda y constante, una guerra fratricida, una rivalidad autonómica y autonomista que se cita otra vez -Torra dirá la fecha exacta cuando se aprueben los presupuestos- a su batalla preferida, a su gran clásico, que son las elecciones regionales por ver quién se convierte en el jefe de la tribu.
La afectada comparecencia de Torra, hablando de «golpe de Estado del 155» o de «la libertad de los catalanes» -como si no tuviéramos- ha sido el colofón de una comedia infinita, que empezó cuando en 2012 Mas adelantó las elecciones creyendo que conseguiría los 6 escaños que le faltaban para la mayoría absoluta y acabó perdiendo 12, en favor de un Junqueras que desde el primer momento tuvo claro que su objetivo no era derrotar a Esquerra, sino sustituirla.
Convergència exprimirá el victimismo y acusará a Esquerra de traidores. Esquerra venderá pragmatismo y acusará a los convergentes de ser unos fanáticos y unos locos -«un mono con dos pistolas», en palabras de un diputado republicano en el Parlament- que fomentan el bloqueo porque no tienen ninguna idea positiva para Cataluña ni ninguna fuerza política para defenderla.
Torra tiene la tentación de aferrarse a su épica de presidente legítimo para intentar repetir como candidato, pero hace meses que Puigdemont le dio por amortizado y es poco probable que reconsidere su postura. De todos modos, como sostiene el mismo dirigente de Esquerra de la cita del mono, «los convergentes son imprevisibles y ni ellos mismos saben qué van a hacer hasta que lo hacen».
Antes de romperse España se romperá Cataluña, Aznar lo dijo. No ha hecho falta llegar a tanto. Lo que se ha roto es el independentismo, demostrando que no eran una revolución sino una trifulca, y que el tam tam de la tribu percutía mucho más fuerte que la ingenua ensoñación de ser una unidad política -y ya no digamos de destino.