Mayte Alcaraz
Reventó el pavo
A Podemos lo hemos alimentado todos. No solo las redes
Al pavo Podemos lo hemos engordado y rellenado entre todos. Y ahora que ha reventado y esparcido sus vísceras sobre nuestra cocina nos llamamos andanas y nos avergonzamos del pringue. Un movimiento social nacido a rebufo de la crisis económica y de la corrupción –que existieron y ¡cómo!– que no hubiera pasado de una asamblea universitaria de estupefacientes efluvios, terminó sentado en los salones del Estado. Nada de eso hubiera pasado si, en primer lugar, PP y PSOE no hubieran metido la mano en la caja, pero tampoco si algunos medios de comunicación no hubieran convertido las redes sociales, y en especial twitter, en el Pentágono del sistema. Un reducido grupo de ciudadanos, bienintencionados muchos con un uso inteligente de las redes, y profesionales del engaño y la propaganda los más, han hecho de twitter el paradigma de la opinión pública cuando no esta neodemocracia, que anula con sus mediocres dictados de 140 caracteres lo que los españoles deciden en las urnas.
Así, es fácil comprobar diariamente cómo decenas de periodistas, a los que se les supone –o suponía– cierta solvencia, se hacen eco pulsando el "me gusta" o directamente retuiteando cada estertor de diputados como Pablo Iglesias , a los que no solo no se les exige que trabajen para la ciudadanía que les vota y paga sino de los que se espera, como al santo advenimiento, cualquier migaja seudopolítica o de clase B para salpimentar la peonada "informativa". Los efluvios podemitas ascendidos a categoría política van desde un vídeo autograbado para pedir disculpas a una abuela publicitaria hasta la difusión de un manifiesto "del abrazo" a la espera del que se elabore el "del beso" y de ahí para arriba. Con esos rudimentos intelectuales se montan luego programas que en el mejor de los casos ven un millón de personas. Es decir, un 2% de la población de España. Es verdad que de ellos malcomen profesionales –estos sí, buenos profesionales–, pero fundamentalmente sobrealimentan a esa nueva especie catódica de politólogos cuyo magisterio en las aulas de ciencias políticas es inversamente proporcional al volumen de su desconocimiento de los conceptos del Estado de Derecho.
Para este negocio se ha fabricado una gran mentira de la que no participan la mayor parte de los españoles pero que ha cebado pavos políticos, televisivos y tuiteros, que lo mismo les da inventarse, como hace unas horas, que hay un inminente ataque yihadista en Madrid que convertir en viral las porras que Terelu se toma a docenas. Mientras tanto, millones de españoles viven al margen de esta burbuja falaz en la que coexisten políticos de cartón-piedra, periodistas de medio pelo que igual tuitean una foto de su abuelo en la cena navideña que viralizan el último bostezo de Errejón , frustrados que insultan a todo lo que se mueve y asalariados de la intoxicación que usan las redes para sacar lustre a biografías imposibles.
Pero ellos mandan porque les hemos dejado. Y sin esfuerzo: en 140 caracteres. Les Luthiers lo clavaron: el que piensa, pierde.
Noticias relacionadas