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Retirada
Sánchez ha demostrado ser más peligroso en La Moncloa que Zapatero, ¿Le compraría usted un coche usado?

Sobre las huestes «progresista» suena el son doliente de retirada. Lo que significa que su victoria del 10-N fue pírrica, no justita como alardean, sino como la de Pirro, rey del Epiro, sobre los romanos: sus ejércitos quedaron tan diezmados que terminó perdiendo no ... sólo la guerra sino el reino. Una derrota, en suma, por más que intenten ocultarlo. El primero en reaccionar fue ese ventajista que tenemos como presidente en funciones que, antes de 24 horas había hecho un pacto de gobierno con el que decía le quitaba el sueño tenerlo en su gabinete, dándole una presidencia y tres carteras. E Iglesias, como niño con zapatos nuevos, aunque sabiendo que el pacto le obligará a reducir sus demandas sociales, se ha dirigido a sus militantes para advertirles que tendrán que «renunciar a muchas cosas» ya que no gobernarán en solitario y el país atraviesa un momento crítico. Otro que recula: adiós a derogar la reforma laboral de Rajoy, a nuevos impuestos y a nacionalizar bancos, tan caros a Podemos. Pero está visto que a Iglesias le interesan más los sillones.
El objetivo de Sánchez ahora es Esquerra Republicana, cuyos 13 escaños le son claves para su investidura en la primera vuelta, como la abstención en la segunda. De entrada le han dicho que no, y le exigen una mesa de negociación de igual a igual, con un diálogo político que incluya la autodeterminación y la libertad de sus líderes encarcelados y sentenciados. Sánchez no puede darle eso, pues se suicidaría políticamente, pero ha empezado a dar pasos en esa dirección.
Por lo pronto, ha aceptado el «diálogo», sabiendo qué significa para los nacionalistas: hablar sobre el «derecho a decidir». Y en la carta que ha enviado a sus militantes pidiéndoles respaldo en estos momentos críticos, no cita para nada la cuestión catalana, siendo como es la cuestión más candente. Aunque tampoco debe extrañarnos: en el debate a cinco que sostuvo con los líderes de los otros grandes partidos, se negó a contestar a preguntas sobre Cataluña, empezando por la amnistía de sus líderes. Y, como le dijo Casado: «El que calla otorga». Lo que ocurre es que a Sánchez esas cosas le resbalan.
El resto de minipartidos que pueden decidir su investidura son propicios a ella al saber que Sánchez es más fácil de chantajear que Casado, Abascal o el sucesor de Rivera. Aparte de estar más próximos a sus ideas sobre España, Europa, el mundo y la economía. Aunque ninguno de ellos se fía de él y todos piden acuerdos firmados. La incógnita, repito, es ER, convencida de que, si aguanta, gana. En lo que puede tener razón, Sánchez necesita a los nacionalistas que, al mismo tiempo, le matan. Sólo el PP podría salvarle, con su simple abstención, pero no va a hacerlo por dos razones a cual más importante: porque significaría dejar a Abascal como líder de la oposición y porque Sánchez ha demostrado ser más peligroso en La Moncloa que Zapatero, ¿Le compraría usted un coche usado? Pues eso.
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