EDITORIAL

La renovación del PP pasa por las listas

Al «efecto Casado», cien días después de su elección como presidente del PP, ha de seguir una «operación renove» generalizada, que cale entre el electorado del centro-derecha

Pablo Casado, presidente del PP Maya Balanya

ABC

LA dirección nacional del Partido Popular no debe retrasarse en la proclamación de sus candidatos para las elecciones de la próxima primavera, especialmente en listas tan representativas, por su peso simbólico, como las de la presidencia de la Comunidad de Madrid y la Alcaldía de la capital. Ir a rebufo de lo que puedan decidir el PSOE y Ciudadanos para completar sus carteles es un error que revela cierta inseguridad en el PP, obligado en primera instancia a cimentar la renovación que encarna Pablo Casado, pero también a extenderla más allá de la sede que ocupa en la calle de Génova. El PP necesita dar a conocer a sus candidatos cuanto antes para que adquieran mayor relevancia -política, mediática y social- y sean percibidos como una apuesta decidida para reafirmar sus expectativas de remontada electoral en plena etapa de recuperación de la crisis interna que generó la salida de Mariano Rajoy. Al «efecto Casado», cien días después de su elección como presidente nacional del Partido Popular, ha de seguir un proceso de renovación generalizado, que cale entre el electorado, muy fragmentado, del centro-derecha.

Como en Madrid, cuya repercusión política a escala nacional la hace más relevante que cualquier otra ciudad y autonomía, el caso de Barcelona es sintomático de la necesidad de definir cuanto antes los carteles, los cabezas de lista y también las estrategias. Camino de convertirse en una fuerza residual en la Ciudad Condal y el Parlamento catalán, el PP debería barajar la posibilidad de sumarse a la candidatura de Manuel Valls y sumar sus votos a un proyecto integrador en el que, sin perder sus señas de identidad, haga valer sus propuestas y aportar argumentos regeneradores.

Es cierto que el PP ha encargado sondeos internos para determinar el grado de conocimiento y aceptación de sus actuales dirigentes en Madrid y para conocer la expectativa que pudieran generar otros candidatos. Sin embargo, también es cierto que Pablo Casado aún no tiene definido el perfil concreto de su apuesta regional y municipal, y eso es lo que debería aclarar con una maniobra firme y decidida, más allá de si los elegidos son más o menos conocidos, si son más «políticos» que gestores, o si se les atribuye más o menos empatía. José María Álvarez del Manzano nunca fue un líder nacional del partido, pero conocía a la perfección la política municipal y el tiempo le consagró como un candidato y alcalde excepcional que permitió al PP gozar de varias mayorías absolutas. Guiarse exclusivamente por la popularidad de que a priori pueda gozar un candidato puede ser un error, aunque resulte más que tentador garantizarse votos con una estrella política como cabeza de lista. La renovación está en marcha, pero no admite parones.

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