Editorial ABC
Una regeneración imposible
España está en una fase autodestructiva en la que impera una doble moral desoladora. Por sistema, el PP es corrupto de fábrica, y la izquierda nunca saquea nada
Nadie podrá restar relevancia política y jurídica a las últimas revelaciones sumariales de la Audiencia Nacional sobre la existencia de una «Policía paralela» en el Ministerio del Interior de la anterior etapa del PP, y sobre la red de extorsión que había diseñado el que fuera comisario Villarejo. Los indicios de que aquel PP de Rajoy y Cospedal ordenó expresamente anular cualquier prueba que pudiera conservar Bárcenas sobre la financiación de la antigua dirección del partido resultan inquietantes. La Justicia investiga hoy cada indicio y depurará responsabilidades jurídicas si hay lugar a ello porque los hechos, aunque tengan origen en un chantajista profesional, son graves. Pero políticamente la izquierda incurre en un ejercicio de indecencia democrática al crear un denso muro de distinción entre las irregularidades del PP, siempre condenables, haya o no juicio, y las miserias del PSOE o de Podemos, siempre peccata minuta irrelevante, sea cual sea la gravedad del abuso cometido. Por sistema, el PP es corrupto de fábrica, y la izquierda nunca saquea nada. Como mucho, crea «cajas de solidaridad» en lugar de cajas B o construye redes clientelares con «fines sociales» basados en un progresismo indemne a todo. Ayer, el mismo día en que Podemos exigía una comisión parlamentaria de investigación contra el PP, rechazaba con sus propios votos y los del PSOE otra comisión sobre las irregularidades del partido de Pablo Iglesias. Y todo ello, obviando el informe de la Fiscalía de Madrid en el que asume que deben investigarse penalmente los «contratos» de Podemos con la consultoría electoral Neurona por evidentes indicios de ilegalidad. España está ante un nuevo caso de «corrupción por omisión», en virtud del cual el partido de la derecha es culpable hasta que no se demuestre lo contrario, y el de la izquierda solo responde a criterios de bonhomía política digna de elogio. El PSOE podría dar aún muchas lecciones al PP sobre mensajes telefónicos sonrojantes, grabaciones inmorales y chivatazos extraños.
Lo grave es el desprecio a la ciudadanía que conlleva esta manera de «hacer» política. Pese a ser imprescindible, la regeneración se hace imposible y la incredulidad del ciudadano crece de manera exponencial en el peor momento de nuestra historia. Los liderazgos son necesarios, pero España está en una fase autodestructiva en la que impera una doble moral desoladora. No es de recibo que las terminales mediáticas de la izquierda justifiquen, escondan y relativicen los escándalos del PSOE y Podemos -unos cuantos en el partido de Iglesias, con la Fiscalía al punto de exigir imputaciones-, y a la vez sobredimensionen los de la derecha, aunque las responsabilidades políticas derivadas de esos casos se hayan dirimido hace tiempo. Emerge la España más tóxica y revanchista, y eso no es justo para los ciudadanos.