Rajoy y lo «amarrategui»
El presidente cae a solo unos días de cumplir 34 años en cargos público
Todo tiene un fin en este mundo, hasta la andadura de un político de porte funcionarial tan resistente como Mariano Rajoy Brey , de 63 años. El próximo día 11 de junio cumpliría sus 34 años a bordo de un coche oficial (en esa fecha ascendió a presidente de la Diputación de Pontevedra ), pero para entonces es de suponer que ya estará saliendo de la vida pública. Lo liquida una moción felona de Pedro Sánchez . Sirve tan contundente adjetivo porque no cabe otro para quién alardea de proteger la Constitución y al tiempo se alía con sus más hostiles enemigos -ERC, PdCat y Bildu- para llegar a todo precio a la Moncloa.
Decide el futuro político de España el PNV, un partido que sacó la calculadora y constató que la jugada le salía redonda, un pleno al quince. Sánchez mantiene las exageradas prebendas que había concedido Rajoy al nacionalismo vasco, pues en otra pirueta insólita, el PSOE anuncia que gobernará con los presupuestos del PP , de los que hace tres semanas aseguraba que le daban urticaria. Pero además los nacionalistas vascos -y los catalanes- saben que Sánchez será muchísimo más proclive a saldar el Estado con tal de preservar el poder. Y nunca se olvide: el supuestamente “moderado” PNV tiene también como meta última la independencia del País Vasco (unido además a Navarra). Por lo de pronto, el inquietante presidente que se nos viene encima ya prometió ayer diálogo a los sediciosos catalanes. Mal pronóstico para España, que estará gobernada por un gobierno socialista sin una sola idea económica, más allá gastar irresponsablemente, y sustentado por quienes fabulan con destruir la nación.
Desde las dos de la tarde, nada más intuirse que el próximo presidente se apellidaría Sánchez con solo 85 diputados y por merced de los nacionalistas, la Bolsa española comenzó a derrapar angustiosamente: los 9.615 puntos básicos de las dos de la tarde eran ya solo 9.481 a las cuatro y media. Los inversores y los ahorradores no quieren un Gobierno socialista con la muleta de comunistas y separatistas, que endurecerá el impuesto de sociedades y abrasará a la clase media en el IRPF. El capital mundial desconfiará de un país que desde este mediodía es más débil ante su único problema realmente vital: la unidad de la nación, su propia existencia. La prima de riesgo subirá y financiarnos nos costará más.
Es una paradoja sangrante que la moción de Sánchez triunfe en el mismo día que se confirma que el PIB español sigue creciendo al 3% . De nada la ha valido a Rajoy su aseada hoja de servicios económica, que ya querrían para sí Italia, o el propio Reino Unido, que crece un 0,1% trimestral frente al 0,7% trimestral de España. Rajoy cae porque nunca quiso hacer política con mayúsculas, de alto estadista. Se va porque desdeñó su gran ocasión: en octubre, en pleno golpe catalán, existía en este país un enorme clamor ciudadano a favor del refortalecimiento del Estado. El líder del PP pudo haber enarbolado esa bandera, la que empuña Ribera con éxito, y convocar elecciones generales en diciembre, a la par de las catalanas, presentando un programa de afianzamiento de los pilares de España. Pero Mariano es Mariano. Prefirió la gestión funcionarial correcta y continuista, el empate a cero. Nunca le gustó el fútbol de ataque en política y paga ese estilo «amarrategui», por utilizar su jerga, perdiendo por un penalti marrullero de Sánchez y el PNV en el último minuto del partido.
Hora triste para España, pues incluso se está suplantando el espíritu de la democracia, toda vez que quien va a ser presidente ha sido vapuleado dos veces en las urnas por una ciudadanía que mayormente lo detestaba y ahora lo tiene que sufrir.
En cuanto al PP, llega el fin de los paños calientes y de la huida hacia adelante. Deben limpiar la casa y traerla al siglo XXI. Tocan unas primarias democráticas ya, no pachangas congresuales también bastante «amarrateguis» . Toca un nuevo líder (previsiblemente Feijoo, ajeno a ese lodo de la era Aznar que tanto sonroja al partido). Toca una refundación drástica de la marca más sólida del conservadurismo español, con otros rostros, con modernidad, con más pensamiento y con una política de comunicación que entregue toda la munición al enemigo, como hizo la que diseñó con tanta astucia la legendaria Santamaría.
(PD: por mal que le haya sentado el enjuague del PNV, no estuvo a la altura de un político de la categoría de Rajoy el desplante de no acudir esta tarde al Congreso, sede de la soberanía nacional; la democracia también es ejemplo, incluso en las horas más amargas).