Editorial

Rajoy no debe esperar más

Un pacto PP-PSOE es improbable, pero los ciudadanos valoran el esfuerzo de sus políticos por sacar al país del atolladero en el que lo han metido los resultados electorales del 20-D

Después de que Ciudadanos ratificara de forma explícita su oposición a cualquier fórmula de pacto que incluya a Podemos en un futuro gobierno, y recordando el compromiso de Pedro Sánchez de condicionar cualquier acuerdo con Pablo Iglesias al "sí" de Albert Rivera, es el turno de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno en funciones también se comprometió a tomar la iniciativa si Pedro Sánchez fracasaba en sus negociaciones. La condición se ha cumplido, salvo que el Partido Popular espere una confesión pública de Pedro Sánchez asumiendo el fracaso de un pacto de izquierdas, lo que no parece realista. El margen de maniobra de Mariano Rajoy es, ciertamente estrecho, más hoy que hace uno o dos meses, porque todos los partidos han decantado sus posiciones con discursos maximalistas –liderazgos intocables, líneas rojas–, lo que dificulta, si es que no la hace imposible, la apertura de un proceso de negociación sin prejuicios.

En política, además de los mensajes concretos, importa mucho lo que cada dirigente representa ante la opinión pública. En estas semanas últimas, a pesar de que el fracaso de su investidura y de sus negociaciones estaba asegurado, Pedro Sánchez ha sido dinámico, sin resultados, pero activo. Es conveniente que Rajoy, si aspira a propiciar una mayoría parlamentaria que apoye un nuevo gobierno, asuma ese punto de partida y su iniciativa transmita a los ciudadanos dinamismo, convicción y capacidad de diálogo. El resultado final de un gran pacto PP-PSOE es improbable, pero a estas alturas los ciudadanos valoran sobre todo el esfuerzo de sus políticos por sacar al país del atolladero en el que lo han metido los resultados electorales del 20-D. Lo que no tendría sentido, en términos políticos, es que se convocaran nuevas elecciones sin que el partido ganador de esas elecciones, con minoría mayoritaria en el Congreso y mayoría absoluta en el Senado, haya asumido la responsabilidad de lograr un acuerdo de investidura.

El PP lleva esperando que la solución del bloqueo venga del PSOE, bien porque fallen en sus acuerdos con Ciudadanos o con Podemos, bien porque se desate una guerra interna que remueva a Pedro Sánchez. Esta estrategia no ha sido eficaz, no es convincente ni realista y no se corresponde con lo que se espera del partido ganador de las elecciones, menos aún del partido gobernante que ha enderezado el rumbo de la economía española. La consideración a los más de siete millones de votos recibidos por el PP no solo se demuestra no renunciando al programa electoral mediante pactos contra natura, sino también devolviendo la confianza recibida con un liderazgo activo en este escenario empantanado que amenaza con desactivar la recuperación económica.

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