La del pulpo
Vox defiende la unidad de España, pero involuntariamente se ha convertido en el mejor instrumento para los que quieren romperla

Pretendí el pasado sábado en estas páginas explicar las consecuencias que va a tener la división de la derecha española facilitando la victoria electoral al peor presidente que ha tenido la democracia española desde su restablecimiento en 1977. Creo que nunca he recibido una cascada ... de insultos y descalificaciones de mayor caudal. Un apaleamiento como el del pulpo. En las redes sociales, tan bien gestionadas desde Vox, me llamaron de todo menos bonito. Lo que me hace pensar que el argumento era especialmente sólido: quien responde insultando y con descalificaciones, no ya al columnista, sino a aquellos sobre los que uno está escribiendo, es que no tiene argumentos verdaderos. El grado de radicalidad contra el PP que se da en los agitadores de Vox empieza a ser mayor que el que se percibe en ellos contra el PSOE y Podemos.
Una persona -de las más razonables- me decía «Michavila no es infalible. Y Tezanos menos. Puede haber mil coaliciones». Me temo que no tantas. España ha pasado de ser una democracia con bipartidismo imperfecto a un sistema de bloques. Y lo único que cuenta es qué bloque es el que obtiene más escaños con el sistema electoral vigente. Como quedó claro una vez más en la encuesta de ABC del pasado lunes, la ventaja del bloque de la izquierda es sustancial, fruto exclusivamente de la desunión de la derecha. Vox puede acusar legítimamente al PP de los casos de corrupción que se han dado en sus filas. Tampoco está de menos recordar de qué época del PP son. Es evidente que en Vox no hay casos de corrupción. Esencialmente porque es premisa inevitable tener poder para poder corromperte. Y Vox no consta que gobierne ni en una comunidad de vecinos. Y miren cuánto tiempo hemos estado escuchando desde Ciudadanos su reivindicación de una nueva ética política contraria a la corrupción. Como no puede ser de otra forma, ahora están callados. Y eso que su poder apenas pasa de lo simbólico. Lo ocurrido en sus primarias de Castilla y León no se veía en España desde que don Francisco Romero Robledo dejó el Ministerio de Gobernación el 13 de julio de 1885.
Vox es un partido defensor de la unidad de España, sin duda. Pero involuntariamente se ha convertido en el mejor instrumento para los independentistas que quieren romper la patria. Al dividir el voto de la derecha española va a permitir que el PSOE aliado de los independentistas sea la primera fuerza del Parlamento. La primera, pero todavía lejos de los votos necesarios para una mayoría absoluta. Y eso va a convertir a los independentistas en la fuerza imprescindible para gobernar. ¿Hay alguien que crea que Pedro Sánchez va a dudar un segundo si pactar o no con Esquerra y el PDECat -o como se llame- si el que él gobierne depende de esos votos? Creo que todos sabemos que él lo hará.
La realidad es que en esta hora los votantes, el pueblo soberano, tienen en su mano decidir qué línea seguirá España en los próximos cuatro años y si la nación sobrevivirá tal y como la entendemos. Es muy fácil justificar un voto radical y marginal descalificando políticas pasadas. Pero lo que está aquí en juego no es el pasado, es el futuro. Como gustaba decir mi llorado Jean d’Ormesson, «Me ha gustado el pasado. Prefiero el futuro, ya que ahí es donde tengo intención de pasar mis próximos años». Quienes hoy se empeñan en mirar atrás, con placer o con crítica, harían mejor en mirar al frente y pensar qué consecuencias puede tener para España el facilitar el que el próximo Gobierno de España dependa de Sánchez, Puigdemont y Junqueras. Que cada palo aguante su vela.
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