Proteger nuestra Navidad
En un tiempo difícil, como el que vivimos, para tener esperanza, la celebración del nacimiento de Jesús renueva en todos los cristianos la confianza en un mundo mejor
La Navidad sigue siendo el acontecimiento que con más intensidad convoca a las familias a reunirse y anima a las personas a expresar sus mejores deseos. En un tiempo difícil, como el que vivimos, para tener esperanza, la celebración del nacimiento de Jesús renueva en todos los cristianos la confianza en un mundo mejor. Este sigue siendo el sentido primero y último de estos días de fiesta, aunque la forma de vivirla, excesivamente consumista y material, no se corresponda plenamente con su mensaje de paz. Aun así, la Navidad mantiene vivo su significado de llamamiento a toda la Humanidad para poner lo mejor de sí misma al servicio del bien común. Por más que se intente banalizar el sentido actual de la Navidad, como fiesta de invierno, o se pretenda descristianizarla con discursos y estéticas laicistas, sólo el nacimiento de Cristo explica esta milenaria necesidad del ser humano por mostrar su bondad en estas fechas con la sencillez de un deseo de felicidad. Por eso, todos los hombres y mujeres se sienten convocados en estos días para vivir un tiempo de paz. Todos, salvo los que, legítimamente, optan por otra forma de ver la fiesta navideña, aunque no parece que ni el más conspicuo racionalista pueda explicar los buenos sentimientos que mayoritariamente sigue provocando, a creyentes y no creyentes, la imagen de un recién nacido rodeado por un buey y una mula. No ha habido totalitarismo, filosofía, ni ideología capaz de silenciar en las sociedades de base cristiana el eco de un acontecimiento que hace más de dos mil años determinó cómo sería la historia de la Humanidad. Basta recordar hoy mismo a los miles de cristianos perseguidos en las tierras donde surgió su fe para que tengamos una señal fehaciente de la viveza de aquel misterio de Belén. Y esta, y no otra, es la Navidad que ABC quiere felicitar a sus lectores.