El primer ministro sueco es soldador... ¿y?

El primer ministro sueco, Stefan Löfven, es soldador de profesión y nunca ha presumido de titulación alguna más allá del módulo de FP

Álvaro Martínez

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Hace una semana, bajo el título « Maestros del ego », vaticinábamos en esta página que mientras se desplumaba la figura política de Cristina Cifuentes, a cuenta de su polémico máster, lloverían a manta de Dios las falsedades que escondían los currículos académicos de nuestra clase política, con la misma intensidad y persistencia que los chaparrones que caían sobre España en esta primavera copiosa en aguaceros. Y así ha sido. Son decenas los historiales falsos que han ido saliendo en solo siete días en todos los partidos, el último el de la alcaldesa socialista de Córdoba que constaba en la web de su partido. Hablamos, por tanto, de un fenómeno recurrente que, probablemente, no esconde otra cosa que un buen puñado de complejos de sus fabuladores. Pero esta profusión no debe de servir de consuelo a Cifuentes, que ayer realizó un nuevo redoble de tambor y renunció, en carta al rector de la Rey Juan Carlos , a la utilización de su máster.

A buenas horas. Lejos de calmar los ataques de la oposición y la guasa en la calle, los multiplicó por diez y abundaron los comentarios desfigurados y de rechifla sobre la renuncia de Cifuentes al ducado de Medinaceli, a la Medalla 37 (solo hay 36) de la Real Academia de la Historia , al trofeo Pichichi de la Liga Iberdrola o al campeonato de Europa de Colombofilia de 2008, por ejemplo. El relato de la presidenta de la Comunidad de Madrid se ha ido degradando en la pulcritud de su obtención, de tal forma que ha pasado de ser «uno más» de los cursados por cualquier alumno a otro con ventajillas acordadas con los organizadores. Lo que no ha desparecido son las sombras: ni rastro del trabajo fin de carrera y dos tercios del tribunal evaluador no reconociendo su firma en el acta. Ella sigue en sus trece, todo es legal... pero renuncia en una cuando menos insólita apostasía de un presunto mérito académico.

El primer ministro sueco, Stefan Löfven , es soldador de profesión y nunca ha presumido de titulación alguna más allá del módulo de FP (o como se llamen allí esos estudios) que cursó cuando era un mozalbete. Para mandar en su país no le hizo falta tirar por elevación del soplete y alardear de ser, qué se yo, ingeniero industrial. Como tampoco se le ocurrió inflar su historial profesional adornando con un «máster en comunicaciones» lo que no fue sino el oficio de cartero que también ejerció antes de hacerse sindicalista y político. Para mandar en su país no le hizo falta fabular con saberes que no tenía. Él prefirió renunciar a la mentira.

El primer ministro sueco es soldador... ¿y?

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