Salvador Sostres

Las primarias

Es de charlatán pretencioso decir a los demás cómo tienen que barrer su casa. También en el respeto se basa la democracia

Salvador Sostres

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Las primarias son una de esas pijadas de tienda de moda cara que encuentras en el mostrador de la caja, para tentarte todavía un poco más justo antes de pagar. Gadgets curiosos, atractivos por algún oscuro motivo, que enseguida te das cuenta de que no sirven para nada y por eso te gustan todavía más. Caprichos de los que nos gusta malgastar. En Colette -j’adore- he pasado así muchas de mis mañanas parisinas.

Las primarias son una pijada y como todas las pijadas de la política española se han convertido en una exigencia de Ciudadanos. Tal como los nuevos ricos se compran complementos de piel gastada para simular que tienen un pasado aristocrático, los líderes políticos con más ganas de hablar que cosas que decir recurren al gadget y a la pijada para aparentar contenido y gravitas.

Las primarias no son sinónimo de más democracia, ni de mayor representatividad; del mismo modo que más democracia no siempre significa mejor libertad.

La llamada nueva política no es ninguna novedad, sino una fantasmada. Recién llegados al cashemir que ya quieren explicarnos dónde tenemos que ir a comprarlo. Nuevos ricos de la regeneración política que creen que el candidato que más clamorosamente ha perdido las elecciones puede darle lecciones de democracia al partido que las ganó, obteniendo más votos y más escaños que en los comicios anteriores. Pijadas. Gadgets.

Es razonable que Rivera quiera pactar con el presidente Rajoy medidas económicas y políticas a cambio del apoyo de sus 32 diputados. Pero es de charlatán pretencioso decir a los demás cómo tienen que barrer su casa. También en el respeto se basa la democracia cuando se entiende como algo más que un llavero de Colette. Yo me compré uno con la forma de la chaise longue de Le Corbusier.

Además, la democracia interna es un mito: sin jerarquía no hay empresa, ni partido, ni familia -imagínate que lo que hay para cenar lo votara mi hija-; y en cualquier caso, cuenta con muchos más apoyos Mariano Rajoy en su partido que Pedro Sánchez en el suyo. He de decir también que me parece que, en estos tiempos marrulleros y populistas, los españoles están más sedientos de respuestas que de preguntas.

Porque oye, ¿y si en lugar de primarias instauramos la segunda vuelta, para que los minoritarios «dejen de joder con la pelota»? ¿Qué diría el espejito mágico de Albert? ¿Quién sería entonces la más bonita del reino? Cuando uno abre un debate, tiene que estar dispuesto a llegar hasta el final. ¿O es que cree Rivera que sólo él tiene ideas ingeniosas?

La carraca de las primarias es frívola y estéril. Pataleta de rabioso que quiere cambiar las reglas cuando pierde. ¡Por el amor de Dios! Tráigame un gintónic, y hasta dos.

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