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La posverdad es otro fake

«Los conceptos encriptados en los neologismos “posverdad” y “bullshitter” corresponden a una trama urdida para perjudicar y desprestigiar al centro-derecha político»

Por Juan José R. Calaza

En la jerga progresista al uso llaman peyorativamente bullshitter a quien pudiendo movilizar recursos críticos -al disponer de pruebas o, al menos, indicios- que lo llevarían a darse cuenta de la falsedad de sus creencias no lo hace. Y no lo hace porque al bullshitter, ... en su enfermizo menosprecio de la verdad y los hechos objetivamente verificables, no le importa la veracidad o falsedad de la noticia/opinión que emite o a la que adhiere aunque pueda perjudicarle (Frankfurt, H. G., On Bullshit, 2005). Dicho sea, insisto, en la jerga progresista establecida de la que el libro de Frankfurt es singular muestra. De esa guisa, la falsa creencia o bullshit (despectivamente, bosta de toro) encarna el contenido de la adhesión obstinadamente emotiva, casi enfermiza o fanática, a la posverdad. Otro sesgado neologismo (Dieguez, S., Total Bullshit! Au Coeur de la postvérité, 2018) utilizado profusamente por influyentes medios progresistas contra los conservadores que no se someten al decálogo político, social y cultural impuesto desde el mainstream mediático. Dando por sentado implícitamente, sobra decir, que izquierda y progresistas no incurren en posverdad aunque digan intencionadamente sandeces como que el cambio climático mató al monstruo del Lago Ness.

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