José María Carrascal - Postales
Posibilismo imposible
La debilidad del actual Gobierno central da a las al independentismo
Lo sorprendente del nacionalismo catalán, y no digamos del vasco, es que sólo puede tener éxito con el apoyo del nacionalismo español, ya que por sí mismos nunca alcanzarían su último objetivo: la independencia. Gobernando desde comienzos de la democracia sus respectivas comunidades, no han sido capaces de promover su riqueza, de conseguir la cohesión de sus ciudadanos , de alcanzar la estabilidad de su liderazgo ni de elevar la moral de su sociedad. Al revés, su diferencial con el resto de España ha ido disminuyendo a medida que aumentaban sus atribuciones, hasta el punto de ser superados en algunos terrenos, y el Gobierno central ha tenido que acudir más de una vez en apoyo de una Cataluña en bancarrota, mientras el País Vasco ha sido escenario de los desmanes de una banda de asesinos que han causado más de ochocientas víctimas inocentes, vascas muchas de ellas.
En cualquier otro país y circunstancias hubiera bastado para quitar toda autoridad moral y política a quienes directa o indirectamente hubiesen presidido tales tropelías, pero resulta que siguen gobernando ambos territorios. Se lo deben no a lo bien que lo están haciendo, sino a lo mal que lo han hecho los gobiernos centrales . No me refiero a los abusos, saqueos, persecuciones y desmanes que hayan podido cometer allí, como claman los nacionalistas en su victimismo patológico, sino a todo lo contrario: a la dejación de autoridad, a la tolerancia del delito, a las concesiones a la delincuencia, que sitúan a ambos territorios al margen de la ley. O por encima de ella, como se jactan de proclamar.
Treinta y ocho años, ochocientos muertos y el mayor escándalo –al incluir la familia de todo un presidente autonómico– más tarde, nadie puede aducir que desconoce la realidad de una Cataluña y un País Vasco que retroceden en prácticamente todos los terrenos respecto al resto de España, excepto en el de alejarse de ella. La debilidad del actual Gobierno central da alas a su independentismo, pese a que «sus» gobiernos son tanto o más débiles . Pero Madrid ve «posibilidades» de entendimiento y la vicepresidenta se ha trasladado a Barcelona para explorarlas. Esperemos que no ocurra como las veces anteriores, que los nacionalistas se guardaron las concesiones del Gobierno, sin ceder lo más mínimo, e incluso las utilizaron para avanzar en su agenda independentista. A Puigdemont y Urkullu no hay que darles más privilegios de los que ya tienen para que nos hagan el favor de seguir siendo españoles. Hay que mostrarles las alternativas que tienen: la CUP y Bildu. O Podemos, si no son la misma cosa. A lo mejor eligen a estos. Sarna con gusto no pica. Pero no creo que hasta ese punto llegue la demencia nacionalista, cuya principal característica es un egoísmo inversamente proporcional a su sentido común.
A no ser que Rajoy se esté cargando de razones para demostrar que negociar con ellos es un imposible político, siendo la política el arte de lo posible. Con este hombre nunca se sabe.