José María Carrascal

Pornografía

España necesita una cura de caballo. Una cura que sólo puede llegar dejándoles gobernar

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Lo que nos faltaba: jugadores de «la Roja» envueltos en un escándalo sexual, justo cuando empieza la Eurocopa. Ellos lo niegan. Si se tratase de «putillas», allá ellos, sus parejas y el seleccionador. Pero se alega que eran menores, y eso es un delito. Complica las cosas que ocurrió en 2012 y que andan por medio un empresario de porno procesado y unos alegados emails con la «testigo protegida». Mientras no sepamos más, lo único que cabe decir es que cuando se acusa hay que presentar pruebas y que esos chicos que se hacen famosos por sólo manejar un balón hacen más tonterías que los de su edad al volante de un coche o en un dormitorio. Y se arriesgan también más, tanto a violar la ley como a ser chantajeados. Es lo primero que deberían enseñarles. Pero mientras metan goles o los eviten, no se lo enseñan.

Aunque también nuestra política tiene aires pornográficos. El comienzo de la campaña electoral no ha podido ser más cutre. Rajoy no ha acariciado más mejillas infantiles en su vida, Sánchez no ha dado tantos besos a señoras que no despiertan los celos de su esposa y Rivera no se ha expuesto más en porreta (figurada) desde el famoso anuncio. Aunque quien se lleva la palma son los de Podemos, que, de la noche a la mañana han pasado de «devora burgueses» a escandinavos, patriotas y socialdemócratas, copiando el catálogo de Ikea para presentar su programa, poniéndose la bandera española en la solapa de una chaqueta que nunca llevaban e inventándose una «nueva socialdemocracia» a su medida, cuando tienen de socialdemócratas lo que yo de bombero y Sánchez dejó de serlo cuando abandonó la senda marcada por Felipe González y tomó la de Zapatero. En cuanto a Rivera, temo que acabe tarumba entre el sí, el no y el tal vez a Rajoy.

Y nosotros, también. ¿Cómo nos pueden vender como válidas encuestas con el 33 por ciento de indecisos, que serán los votos decisivos? Eso no es márketing, es una estafa. O un chantaje. Consentido y aceptado. Lo único seguro es que todos intentan robar votos a los demás y engañarnos a todos los españoles. Con nuestra aprobación, pues engañamos a los encuestadores. Lo que significa que puede pasar cualquier cosa, incluido que el más mentiroso de todos, Podemos, resulte triunfador. «Una auténtica catástrofe», nos predicen en Génova y Ferraz. No estoy totalmente de acuerdo. Si después de saber qué es Podemos, si tras haber comprobado su gestión en las ciudades más importantes, si confundimos un programa político con una operación de márketing, les damos la victoria, España necesita una cura de caballo. Una cura que sólo puede llegar dejándoles gobernar. Entonces sabríamos qué es la «socialdemocracia» de quienes han elegido a Marx y Engels como profetas y a Lenin y Chávez como modelos. Un refrán inglés dice: «Cuando las cosas no tienen arreglo, lo mejor es que se estropeen del todo». Claro que nosotros no somos ingleses. Queremos políticos a nuestra imagen y semejanza.

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