Polémicas y polémicos

En el caso del PP del País Vasco contra la portavoz de los populares en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, Pablo Casado ha optado en público por el empate: «Tengo muy claro quiénes son nuestros adversarios». Una solución muy del marianismo, es decir, dejando ... que pase el tiempo hasta que aparezca la solución, aunque el presidente del PP ya sabe cuál es. Ni una parte ni la otra han tenido la razón en una discusión que demuestra que algunos no han hecho ninguna autocrítica desde hace años.
No se debe acusar a los populares vascos de ser tibios ante el nacionalismo, es evidente, pero tampoco los aludidos pueden rasgarse tanto las vestiduras porque ellos, y no los demás, son los responsables de haber llevado al PP a la situación en la que está en la comunidad autónoma vasca. Con Rajoy presidiendo el Gobierno de España y el PP, el candidato Alonso obtuvo en las autonómicas de 2016 el peor resultado, en número de votos, desde 1990. Las generales del pasado abril certificaron el final de la etapa, al no obtener escaños ni para el Congreso ni para el Senado en las tres provincias vascas. Y no ha dimitido nadie.
Los dirigentes del PP en el País Vasco creen que haciéndose un poquito nacionalistas, se dicen foralistas, van a recuperar el terreno perdido frente al PNV, donde se han ido parte de sus votantes como mal menor ante la amenaza que sigue suponiendo Bildu, el partido legatario de la banda terrorista, para el electorado moderado del centro-derecha constitucionalista. El PP en el País Vasco tiene la obligación de confrontar con el nacionalismo, defendiendo la igualdad de todos los españoles por encima de los fueros, sean nuevos o viejos. Cuando un dirigente del PP vasco afirma que hay cosas que no se entienden del «Ebro para abajo» está abonando la desigualdad entre españoles tan propia del nacionalismo que se pretende combatir.
La tentación de ser políticamente correcto con el supremacismo es tan letal como hacerse perdonar por la izquierda renunciando a las ideas propias. Como dijo ayer el presidente del PP en el País Vasco, Alfonso Alonso, «no tenemos tiempo de tonterías, de polémicas y polémicos». Sin duda, el PP tiene que reinventarse, pero no para ser un partido aceptable dentro del sistema nacionalista. El PP en el País Vasco tiene una historia de sacrificio por la libertad y la Constitución que nadie debe olvidar, desde cualquier orilla. O recuperan sus principios sin matices buenistas o desaparecen por incomparecencia.
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