Podemos explota en Madrid

Desde que Manuela Carmena accedió a la alcaldía de Madrid, era público y notorio que su equipo de gobierno es un extraño conglomerado de ideologías y egos, de sectarismo político, de afanes de protagonismo antagónicos, luchas de poder fratricidas, y ninguna vocación de servicio público. Ayer, el equipo de la alcaldesa apoyada por Pablo Iglesias saltó por los aires. A primera hora, Carmena destituía a su concejal de Economía y Hacienda, Carlos Sánchez Mato, porque se negaba a apoyar el nuevo Plan Económico Financiero del Ayuntamiento una vez adaptado a las exigencias de gasto del Gobierno central. Hasta seis ediles de Carmena la dejaron en la estacada y abandonaron el Pleno, donde el plan fue finalmente aprobado con los votos de la mitad de Ahora Madrid y del PP.

Tal es el despropósito y el grado de conflictividad en el Ayuntamiento, que el PSOE , pese a sostener a Carmena como alcaldesa, votó en contra, al igual que Ciudadanos , que avaló en el Congreso la política presupuestaria del PP . Todo en la corporación madrileña es contradictorio y atípico, y por eso ha explotado la pugna de poder interno entre las distintas marcas de Podemos y de IU con el fin de tomar posiciones ante las municipales de 2019. Aún falta un año y medio, pero Carmena y sus afines disidentes han dinamitado una gestión que ya de por sí era calamitosa. Y para completar el esperpento, Carmena ha sustituido a Sánchez Mato por un concejal, Jorge García Castaño , que en su día pidió a través de una red social «empalar» al dirigente de Ciudadanos Toni Cantó . Todo muy edificante y ejemplar.

Errores de Podemos aparte, el PSOE no puede sustraerse a toda esta historia de odios internos y ambiciones desmedidas entre clanes podemitas. No es un simple observador de cómo se autodestruye el proyecto de Podemos en la capital porque durante dos años y medio ha sido el cooperador necesario de la nefasta gestión de Carmena y de todo su equipo. El socialismo madrileño es la muleta imprescindible de Pablo Iglesias en Madrid, y está actuando como comparsa legislativa de una alcaldesa populista, demagógica y extremista. La convivencia de Carmena con al menos la mitad de sus concejales siempre fue conflictiva, y el hecho de que por una vez haya actuado con sentido común para sacar adelante un plan económico que no admitía un déficit desbocado, no le exime de su responsabilidad. Ha mantenido a Sánchez Mato y a otros concejales como Rommy Arce, Guillermo Zapata, Barbero o Celia Mayer mucho más tiempo del que habrían merecido dada su incompetencia y su concepción de la política como instrumento de revancha y odio. Hoy, el de Madrid es un ayuntamiento caótico y delirante. La culpa es de Carmena; la responsabilidad, del PSOE.