Luis Ventoso

Planeta Sánchez

Es disparatado decir que Rajoy «ha cercenado la democracia»

Luis Ventoso

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El veraneo de Sánchez ha sido de un merecido relajo, según acreditaba en el Congreso su vistoso bronceado. El prestigioso líder del PSOE ha descansado en parajes variados. Arrancó la gira estival en el ya afamado chiringuito de Mojácar. Unas pantojianas gafas de camuflaje no lograron ocultar allí su contrariedad, pues todavía paladeaba el exitazo electoral de junio, cuando con enorme mérito personal logró empeorar su espectacular récord negativo de diciembre y se quedó en el chasis (85 diputados frente a los 110 del fracaso de Rubalcaba). Luego se nos fue al Festival de Benicàssim, pues mientras Rajoy semeja un sexagenario de habaneras, nuestro Sánchez se quiere moderno, a veces hasta el sonrojo, como cuando ayer tachó de antiguo a su oponente por elegir citas del Quijote (qué gambazo que quien aspira a gobernar España desprecie a Cervantes, lo mejor que tenemos). La ronda agosteña concluyó en un hotel finolis de Ibiza, lo cual me parece normal, pues en contra de la demagogia al uso, creo que los políticos con altas responsabilidades deben estar bien pagados.

Veraneando de aquí para allá, Sánchez habrá tenido la oportunidad de palpar la vida a pie de calle. A nivel más modesto, uno también ha descansado en España. Pero por lo visto, el prestigioso líder del PSOE y yo hemos estado en dos planetas diferentes. Yo he visto un país del primer mundo, libre y seguro, de alto nivel de vida y abarrotado de visitantes. Él dibuja un país destrozado y subyugado por la bota represiva del PP.

Sánchez hace su trabajo cuando critica a Rajoy. Es el líder de la oposición y le va en el cargo, es su deber. Pero una crítica forjada en clichés hueros y miopías al rojo vivo desacredita a quien la ejerce. Llegó a acusar a su rival de «cercenar la democracia». Habló de «pérdidas de derechos y libertades». Reclamó un Gobierno que traiga «libertad, democracia, solidaridad y paz». ¿En qué consisten en la práctica esos recortes de la democracia y la libertad? Pues en nada, porque no existen. En cuanto al inefable mantra de la liquidación del Estado del bienestar, su oponente facilitó los datos oficiales: de cada cien euros de gasto público, 63 van a gasto social. Un ratio enorme, que hace que seamos absolutamente incapaces de cuadrar las cuentas, porque la verdad incómoda es que estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades. Sánchez también culpó a Rajoy del problema territorial. Supone una grave felonía que en lugar de cerrar filas con el otro gran partido ante una revuelta sediciosa contra España, el prestigioso líder que ha hundido al PSOE dé cuartelillo a los separatistas.

Ningún jefe de la oposición de Francia, Alemania o el Reino Unido osaría a acusar al gobernante, gratuitamente y en sede parlamentaria, de cercenar la democracia. El PSOE y sus votantes no se merecen un dirigente de cartón piedra, que oculta su indigencia programática con el «no» como único argumento y que repite como un guiñol los tópicos más sobados del apocalipsis televisivo (la patada en la puerta, el fin de la sanidad pública). ¿Qué le ven? ¿Por qué no lo echan? Fernández Vara hasta parece Roosevelt al lado de este político agrio, hueco y dos veces rechazado en las urnas.

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