José María Carrascal - POSTALES

Pesadillas

Ser libres, gobernarse por sí mismas, el sueño de todo nacionalismo, grande o pequeño

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

¿Se imaginan ustedes que el Lazio, las Marcas, la Umbría, las regiones en el centro de Italia devastadas por el último terremoto –y por tantos otros anteriores– fueran autónomas o, mejor aún, independientes? ¡Qué bien, verdad, no tener que aguantar las órdenes, los caprichos, la corrupción de Roma! Ser libres, gobernarse por sí mismas, el sueño de todo nacionalismo, grande o pequeño . Claro que, como no hay nada gratis en este mundo, tendrían que afrontar por sí solas los efectos de esos movimientos sísmicos que de tanto en tanto convierten sus lindos pueblos, sus graciosas aldeas, sus antiguas iglesias, sus vetustas casas en montones de escombros. Porque de las naciones vecinas sólo podrían esperar lo que buenamente quisieran darles, que no sería mucho en los tiempos que corren. ¿Cómo iban a rescatar a los aún vivos bajo los escombros y desenterrar a los muertos? ¿Cómo iban a reconstruir sus hogares, sus calles, sus plazas? Les voy a poner un ejemplo más cercano. Supongamos que Galicia, Canarias, Cataluña, las Baleares, la región levantina, montadas en la fiebre nacionalista declarada en España, se declaran independientes. ¿Cómo iban a afrontar los incendios que de manera sistemática se declaran en ellas cada verano? ¿De dónde iban a sacar los aviones y helicópteros para combatirlos? ¿Cómo iban a arreglárselas sin las brigadas de bomberos que llegan de más allá de sus límites? ¿Serían capaces de combatir el fuego, asistir a los que huyen de él, mantener el orden sin la Guardia Civil y las brigadas del Ejército español especializadas en este tipo de catástrofes?

Quiero decir con todas estas preguntas, que se contestan por sí solas, que la tan loada «descentralización» tiene, como todo, ventajas e inconvenientes . Y cuando sobrepasa ciertos límites, trae más males que bienes. Se nos dijo que acercar la Administración al ciudadano iba a repercutir en su beneficio. Pero visto lo ocurrido, lo que ha traído es, sobre todo, clientelismo, cohecho, soborno, corrupción en suma . De hecho, los miniestados sólo pueden vivir hoy como paraísos fiscales, que son prácticamente todos ellos, desde las islas británicas del Caribe a Gibraltar. Que tienen, si no los días, los años contados, pues el resto de los países han empezado a tomar medidas contra el enorme daño que les causan.

Aparte de ir contra la corriente de la historia. La tendencia es a unir, no a separar. Sólo los grandes bloques podrán sobrevivir en la «aldea global» hacia la que se encamina nuestro planeta. Las fuerzas que se oponen a ese desarrollo son las más retrógradas, pese a presentarse como «progresistas». Nadie odia más al progreso que un ultranacionalista y un ultraizquierdista . Ahí los tienen, oponiéndose a la expansión de las ciudades, al libre comercio, a la Comunidad Europea. Sólo pensar que un día pueden gobernar en España tiene uno pesadillas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación