TRIBUNA ABIERTA

Pequeño glosario universitario (con intención política)

El autor apunta algunas de las claves que ayudan a aclarar el encaje de las tesis doctorales en el mundo universitario

Álvaro de la Rica

UNIVERSIDAD. Originariamente se entendía por universitas la reunión de una serie de estudiosos que juntaban fuerzas para acercarse al conocimiento de la realidad (comenzando por el conocimiento propio, que es exactamente la riqueza que contiene la palabra latina formatio: descubrir la figura de sí dentro de uno). La Universidad tenía desde luego una importante función ética. Hoy día esto queda desdibujado: la universidad se ha convertido en un centro dedicado a preparar a los alumnos para el trabajo profesional, lo que no digo que sea una encomienda menospreciable. Sencillamente es de menor cuantía que la tarea de formar personas o, como se diría tras la Revolución Francesa, ciudadanos.

ALUMNO. En la Universidad el esquema era jerárquico (ahora es de gestión empresarial, tanto en la privada como en la pública, lo que resulta aún más lamentable). Todos comenzaban aprendiendo lo rudimentario, siguiendo lo más de cerca posible a los profesores hasta que alcanzaban otros estratos del saber con la intención inexcusable de, a su vez, transmitirlo y hacerlo rendir. Esa entrega del saber, actualizado generación tras generación, se denomina tradición universitaria y ha sido una de los motores principales del avance de la civilización en gran parte del mundo. La tradición es innovadora. Hoy en día, en cambio, el alumno es considerado un cliente. En la balanza pesan mucho más sus derechos que sus deberes. No porque sepa más y tenga razón (ello comportaría un crecimiento antinatural) sino porque paga.

TESIS DOCTORAL. La tesis doctoral es un trabajo de naturaleza dialógica (que proviene de la filosofía griega). Un doctor conduce a un doctorando hacia la realización de una tesis en la que, tras examinar el estado de la cuestión estudiada, trata de aportar un valor añadido al respecto, en un periodo de tiempo variable. Director y doctorando presentan el trabajo (es cosa de dos) ante un tribunal de doctores que lo juzgan (la función por excelencia del intelectual es el ejercicio del juicio crítico). Si lo aprueban admiten al doctorando en el cuerpo de doctores (la máxima cualificación académica posible, la única esencial) y se supone que entonces el nuevo doctor está en condiciones de enseñar a los alumnos. La crisis de la Universidad provoca que se hagan pocas tesis en las disciplinas humanísticas: no hay puestos de profesor y el sistema se ha cerrado a los saberes de los que surgió. La filosofía, la filología, la literatura, la historia no superan el dictat de la rentabilidad.

CITA ACADÉMICA. La tesis no puede consistir en un mero trabajo de acumulación de materiales (ajenos o propios). Tiene que apuntar a algo y seguir, por tanto, el esquema de la inferencia: de unas premisas, mediante un nexo lógico, se han de obtener unas conclusiones significativas. En una tesis la cita es obligada. El primer paso consiste en fijar el estado de la cuestión que estudiamos, y que debemos resumir como un punto de partida, para lo que manejaremos sin el menor complejo el trabajo de otros; la secuencia temporal de lo que hemos recopilado tiene que quedar muy clara. El talento está aquí en la capacidad de síntesis. Habrá entonces que señalar los datos esenciales sobre los que nos pondremos propiamente a trabajar. En esta parte debemos seguir citando todo aquello que nos ayude en nuestro razonamiento. Este esquema se denomina «argumento de autoridad» pero sólo es válido si se produce una relectura crítica y personal de lo aducido como parte de nuestra demostración o razonamiento. Eso no nos excusa de señalar con precisión qué pertenece a una autoridad (un autor) y qué hemos añadido nosotros. En esta parte de la tesis, lo esencial es la capacidad de análisis. Y en todas, la honestidad intelectual.

PUBLICIDAD DE LA TESIS. En la mayoría de los casos, y con excepciones, la tesis es un primer trabajo que suele carecer de peso específico, aunque es decisivo para la propia formación, en el sentido radical al que me refería antes. Respecto del talento intelectual del nuevo doctor, la tesis apunta más que confirma. No tiene nada de particular mantener un cierto pudor en relación a su publicación (otra cosa es mentir en sede parlamentaria siendo Presidente de Gobierno: decir que está publicada cuando no lo está). El esfuerzo de digitalizar las tesis y dar acceso a su contenido pertenece a la lógica del reino de la cantidad y el lucro; tal vez ahora, en un mundo que nunca debió de estar regido por mercaderes, sea indispensable para contrastar si alguien ha hecho trampas.

Álvaro de la Rica es Profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada

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