Pensiones: una desidia inaceptable
Las principales fuerzas políticas deben recuperar la madurez y seriedad demostradas en 1995, cuando, bajo el Pacto de Toledo, acordaron reforzar la solvencia de las pensiones
Las principales fuerzas políticas deben recuperar la madurez y seriedad demostradas en 1995, cuando, bajo el Pacto de Toledo , acordaron reforzar la solvencia de las pensiones
LAs dificultades financieras que atraviesa la Seguridad Social requieren del compromiso y la responsabilidad de todos los partidos para aprobar nuevas medidas con el fin de mejorar el funcionamiento del sistema a corto y largo plazo, evitando que los futuros jubilados pierdan calidad de vida tras su retiro . Sin embargo, a pesar de que la comisión del Pacto de Toledo lleva más de un año reuniéndose para encontrar posibles soluciones, los grupos parlamentarios no han sido capaces de alcanzar un consenso sobre esta materia, lo cual resulta del todo inaceptable. El problema de las pensiones no admite demora. La Seguridad Social registra un déficit estructural desde 2012, lo que significa que los ingresos por cotizaciones sociales no alcanzan para cubrir el pago de las prestaciones contributivas, y, si bien la mejora económica se está traduciendo en un aumento de la recaudación, resulta insuficiente para cerrar esta brecha, cuya cuantía volverá a superar los 17.000 millones de euros este año. Como consecuencia, el Gobierno tendrá que volver a echar mano de la hucha de las pensiones y de la emisión de deuda pública para abonar la paga extra de Navidad a los jubilados. Pero estos parches no solo no solventan el desequilibrio que sufre el actual modelo, sino que su mantenimiento es insostenible en el tiempo. El Fondo de Reserva de la Seguridad Social, cuya cuantía llegó a superar los 65.000 millones de euros en 2011, apenas dispone hoy de 11.000 millones , y es evidente que recurrir al endeudamiento constante del Estado es un riesgo que hay que evitar, de modo que los partidos no pueden demorar un debate que ha de afrontarse cuanto antes. Las principales fuerzas políticas deben recuperar la madurez y seriedad demostrada en 1995, cuando, bajo el Pacto de Toledo, acordaron reforzar la solvencia de las pensiones, dejando, además, este asunto al margen de la pugna electoral.
La destrucción laboral que trajo consigo la crisis ha impactado de forma negativa en las cuentas del sistema, pero el déficit va más allá de una mera cuestión coyuntural. El constante incremento del número de pensionistas y la mayor cuantía de las nuevas prestaciones hacen que el gasto avance a un ritmo superior al 3 por ciento interanual, hasta rozar los 9.000 millones de euros al mes -sin contar pagas extra-. A ello hay que sumar el envejecimiento demográfico, cuya evolución presionará a la baja las futuras prestaciones . Es clave impulsar la creación de empleo y la productividad para que crezcan los ingresos de la Seguridad Social, al tiempo que ciertos gastos pasan a financiarse vía impuestos y se crean incentivos para fomentar la natalidad y prolongar la vida laboral. Urge apostar por nuevos mecanismos de ahorro, como los planes de empresa, para complementar las pensiones públicas, como sucede en otros países desarrollados.