Editorial ABC
Lo que Pedro Sánchez ha elegido
Mientras Podemos carga contra la esencia misma del Estado, ERC, tercera pata del acuerdo que pergeña Sánchez, monta una mesa de negociación que conduce a Pedralbes

A Pedro Sánchez se le puede aplicar sin reservas aquello de que uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Nunca estuvo tan acertado como cuando afirmó que no podría dormir si tuviera a Pablo Iglesias en el Gobierno, o cuando trazó, durante el debate de la aún reciente campaña electoral, un plan para frenar el adoctrinamiento separatista en las aulas y la televisión pública de Cataluña. En efecto, lo más parecido a una pesadilla para España es que la extrema izquierda más reaccionaria y primitiva acceda al Consejo de Ministros, y peor aún que lo haga de la mano del independentismo. Unos y otros se conjuraron ayer para mostrar a la opinión pública su verdadero programa.
Unidas Podemos promovió un acto contra la Monarquía parlamentaria, alentado desde el partido con mensajes a sus militantes para que respondieran a una convocatoria que era un vómito de injurias y calumnias contra la Corona. Como esa extrema izquierda trastornada que es, Unidas Podemos llega a afirmar que la Monarquía «es un escollo para el desarrollo democrático y un dique de contención para la ampliación de los derechos y las libertades populares». Esta es la típica prosa de un partido de la izquierda golpista, que busca la demolición de la democracia liberal atacando a la institución, la Corona, que representa la unidad y permanencia del Estado. Por algo será que tanto los separatistas como los comunistas de Iglesias concentran su odio en la Monarquía, porque saben que el Rey Felipe VI es la encarnación de los valores políticos no partidistas en los que se asienta el sistema constitucional de 1978. Cuando hoy voten los militantes socialistas sobre un acuerdo de gobierno de coalición que nadie les ha explicado, más allá de ser un decálogo engañoso al servicio de dos obsesionados por el poder, deberían tener en cuenta que se hacen corresponsables de una alianza política que va contra el signo de los tiempos, que abre las puertas del poder ejecutivo a un partido que sigue teniendo al PSOE por enemigo y que legitima unos postulados ideológicos que están situados extramuros de la democracia.
Mientras Podemos carga contra la esencia misma del Estado, ERC, tercera pata del acuerdo que pergeña Sánchez, se dedica a airear la convocatoria para este mismo lunes de una mesa de negociación para abordar el apoyo del separatismo a la investidura del líder socialista. Después de abrazarse a Iglesias, el PSOE se sienta con quienes ponen como única condición para cualquier pacto que se admita la existencia de un «conflicto político con el Estado» y se abra una «negociación». Sánchez vuelve a Pedralbes, ahora de la mano de Iglesias.