Tiempo recobrado
Lo real y lo racional
Por fortuna o por desgracia, la razón no guía nuestras vidas ni motiva nuestras decisiones

Hegel construyó su sistema sobre la base de que todo lo real es racional. Sostenía que la Historia progresa hacia lo Absoluto y que la razón triunfará finalmente sobre el azar y las pasiones humanas. El filósofo alemán llevó los postulados de la Ilustración hasta ... su lógica final al concluir que la voluntad de los hombres está movida, aunque sea de forma inconsciente, por la poderosa fuerza de una racionalidad que impregna las leyes y el Estado.
Siempre he creído que Hegel era un pensador místico ya que eleva la razón a la condición de Dios. Mejor dicho, Dios se hace presente en el mundo a través de la razón. No en vano se había formado en el seminario de Tubinga, donde compartía habitación con Schelling y Hölderlin. Probablemente, Hegel quiso ser pastor en su juventud, aunque luego se dejó deslumbrar por Napoleón, al que vio pasar bajo su ventana en Jena en 1806 cuando el general corso venía de una de sus campañas victoriosas.
La influencia del autor de la ‘Fenomenología del Espíritu’ se ha proyectado no sólo sobre Karl Marx sino además sobre todo el pensamiento del siglo XX, incluyendo a filósofos como Deleuze y Foucault. En cierta forma, late en muchas de las concepciones del presente que ensalzan el progreso tecnológico y la idea de un Estado benefactor.
Todo esto se ha venido abajo con la pandemia, que está demostrando no sólo la vulnerabilidad individual sino además la incapacidad de los Gobiernos de hacer frente a la expansión del virus y las limitaciones de la ciencia para afrontar el fenómeno. Dos años después de su aparición en China, nadie sabe todavía de dónde salió el Covid, si fue el resultado de una mutación natural o un producto de laboratorio.
Estas incógnitas revelan que, contra lo que dábamos por hecho, el hombre no controla su propio destino, no es capaz de domesticar las fuerzas de la Naturaleza, ni tampoco puede hacer nada para evitar las catástrofes que nos azotan. En el fondo somos tan vulnerables como lo eran los griegos en la época de Aristóteles y Platón. Lo único que se puede decir es que ha cambiado la índole de los males.
Sí, es cierto: la vida se ha alargado, las condiciones son mejores y el sistema sanitario nos protege, pero el hombre sigue indefenso ante lo imprevisible, ante un azar o un accidente que puede destruirle en cualquier momento.
Por fortuna o por desgracia, la razón no guía nuestras vidas ni motiva nuestras decisiones, en las que casi siempre pesan más los sentimientos que la racionalidad. La terrible historia del siglo XX, con dos guerras mundiales y el terror atómico, corrobora la tesis de que el hombre no se mueve por el impulso de la lógica.
Hegel se equivocaba, confundió la realidad con sus sueños y eso mismo nos sigue pasando a nosotros cuando nos aferramos a un futuro mejor que es pura incertidumbre.
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