Editorial ABC
Paro: que no sea un espejismo
Aun con la catástrofe turística encima, el mes de julio ha dado algo de oxígeno al empleo
Aun con la catástrofe turística encima, el mes de julio ha dado algo de oxígeno al empleo. Afortunadamente, hay casi 90.000 parados menos que en junio y la afiliación a la Seguridad Social consigue el mayor incremento desde 2005, progresión que no era del todo difícil pues la primavera fue letal y el verano está lejos de arreglar del todo la situación. Visto con perspectiva el momento laboral es francamente malo si tenemos en cuenta que a día de hoy hay 750.000 afiliados menos que hace un año. La ralentización del empleo que se venía advirtiendo desde el regreso de PSOE al poder se ha visto dramáticamente agravada por los efectos económicos de la pandemia. Además, a los más de tres millones de desempleados hay que añadir 1,18 millones de trabajadores afectados por un ERTE. El panorama, por tanto, es muy desalentador toda vez que se trata de una crisis global que ha dejado temblando el PIB de todos los países, aunque ninguno de nuestro entorno ha sufrido descalabro semejante al español, con esa caída de más del 18 por ciento de la riqueza nacional en el segundo trimestre. Por eso es imprescindible que a falta de mejores ideas que sirvan para dinamizar el mercado, el Ejecutivo al menos no agrave la situación derogando la reforma laboral, que ha sido esencial para arreglar el desaguisado que dejó en herencia el mandato de Zapatero. Sánchez e Iglesias deben dejarse de experimentos y soflamas demagógicas y dedicarse a crear las condiciones para que la confianza regrese al sistema y los inversores no huyan de una economía que hoy por hoy está al borde de la UVI. Anteayer, España pedía 20.000 millones de euros a Bruselas para afrontar los ERTE, lo que no cuadra ni con las alharacas de la ministra Montero («La recuperación ya está aquí») ni con el mantra del «escudo social». Se trata de que los españoles tengan trabajo, no de condenarles a un subsidio.