Editorial ABC
Para «profundo lamento», el de las víctimas
Sánchez ha debido de tomar nota de cuando Zapatero calificó como «accidente» el atentado en la T-4 de Barajas que costó la vida a dos personas

Cada vez que Sánchez necesita los votos de EH Bildu se revela como el político poco escrupuloso que es para aceptar los apoyos más sórdidos del arco parlamentario. Esta actitud amoral de Sánchez adopta múltiples formatos, pero siempre convergen en una actitud complaciente con quienes representan el mayor horror sufrido por los españoles en democracia. Al presidente no se le puede reprochar que no se alegre con la muerte por suicidio del etarra Igor González, condenado a veinte años de prisión por diversos delitos terroristas. Pero entre no alegrarse y «lamentar profundamente» el fallecimiento voluntario de este terrorista hay un trecho verbal y moral que Sánchez recorrió sin reparar en el daño que sus palabras iban a causar en las asociaciones de víctimas y en los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Un profundo lamento por el suicidio de un terrorista es algo que un presidente del Gobierno no puede permitirse por el recuerdo de los casi mil asesinados por ETA. Pero ese lamento es toda una declaración de intenciones. la de granjearse el apoyo de los cinco proetarras de EH Bildu y la de abrir paso a la «nueva normalidad» que el entramado de ETA quiere para legitimar el pasado criminal de esta banda terrorista. Por cierto, solo «banda» para Sánchez, sin el adjetivo terrorista, para avanzar más en la suavización de un discurso acompasado por los acercamientos de presos etarras por el Ministerio de Interior. Tampoco «presos etarras» para Sánchez, que se refirió a ellos como «presos vascos», premiando la estrategia batasuna de afirmar la estrategia de un conflicto entre España y el País Vasco.
Sánchez ha debido de tomar nota de cuando Zapatero calificó como «accidente» el atentado en la T-4 de Barajas que costó la vida a dos personas. Era cuestión de tiempo que esta degradación de las palabras acabara en una degradación de los valores.