Editorial ABC

Obcecación con la Comunidad de Madrid

Que Madrid ha cometido errores en la gestión es tan evidente como que el resto de las comunidades también han errado, por no hablar de la calamitosa gestión del propio Sánchez

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Ni aún tratándose de una vieja frustración por llevar un cuarto de siglo sin poder hacerse con su gobierno, se entiende la obcecación y hostigamiento del PSOE hacia la Comunidad de Madrid. Encabeza este ariete el propio Sánchez que en cuanto puede se muestra «preocupado» con su situación epidemiológica o crítico con esta o aquella medida adoptada por el Ejecutivo de Díaz Ayuso. Naturalmente, ese señalamiento negativo no ocurre cuando es otra región la que lidera el avance de los contagios, como ocurrió hace un mes con Aragón o hace quince días con Cataluña o el País Vasco. Ayer se unió al pelotón García-Page que acusó a Madrid de ser una «bomba radiactiva vírica». Parece una competición. Y esa estigmatización, además de injusta, es peligrosa, no solo por meter la refriega política en tan serio asunto sino porque alienta los brotes de la llamada «madrileñofobia» cuyas consecuencias son sufridas por los propios ciudadanos. Que Madrid ha cometido errores en la gestión es tan evidente como que el resto de las comunidades también han errado, por no hablar de la calamitosa gestión del propio Sánchez. Que solo destaque negativamente a Madrid, cuando la mitad de la regiones se encuentran en situación de «alto riesgo epidémico» -entre ellas por cierto Castilla-La Mancha-, revela la discrecional preocupación del líder socialista, que obvia tramposamente las especiales características de la CAM: altísimas densidad de población, elevado nivel de movilidad de sus habitantes y la no competencia del Ejecutivo autonómico en la gestión de las entradas por Barajas. No hay un solo líder europeo que hable mal de la capital de su país. En esto Sánchez sí es un desafortunado pionero, sobre todo porque es una de las principales puertas por donde ingresan los turistas. ¿Hablar mal de Madrid es «arrimar el hombro»? Más bien parece el comportamiento de un sectario.

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