José María Carrascal - POSTALES

Obama en España

Todo apunta a que el Pentágono quiere ampliar sus sistemas de detección y balística en España: esa es la médula de la visita

José María Carrascal

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Hay analistas que echan mano de «Bienvenido Mister Marshall» como referencia de la visita que el presidente norteamericano hace a nuestro país. Sólo en las prisas es comparable. Barack Obama va a cruzar España raudo, como aquella caravana de «haigas» por el pueblecito español engalanado en espera de una lluvia de dólares y de que le hiciera famoso por el cuarto de hora al que, según Woody Allen, todo el mundo tiene derecho. Pero que la visita se mantuviera pese a la emergencia nacional que atraviesan los Estados Unidos tras el estallido de violencia racial en Dallas advierte de la importancia que se le da. Aparte de que lo importante de ella se mantiene, tras podarla de lo que era turismo y protocolo. El presidente norteamericano llega tras una reunión de la OTAN en Varsovia donde se diseñó la estrategia de la alianza atlántica en el nuevo escenario mundial. Ha terminado la Guerra Fría, pero hay unas cuantas calientes. Van a desplegarse batallones de la alianza atlántica en Polonia y los países bálticos frente a la Rusia de Putin, mientras en Oriente Medio, como en norte de África y subsahariana estallan conflictos como un polvorín alcanzado por el fuego. Solapándose las crisis más diversas: el terrorismo yihadista, el Estado Islámico, las oleadas de refugiados, el avance de los populismos de derecha e izquierda y, por si todo ello fuera poco, el Brexit. Los ingleses ya no son de fiar. Sus élites, por haber dado muestra de una frivolidad más de novela de Wodehouse que de auténticos estadistas; su ciudadanía, por haber sucumbido en buena parte al síndrome de la insularidad y del imperio perdido. Hay que apuntalar el proyecto europeo antes de que se derrumbe y España, una de las grandes naciones continentales, juega un importante papel en él. Es significativo que la visita a la base de Rota se mantenga, como la alocución del presidente USA a las dotaciones que en ella operan. Los cuatro destructores último modelo, provistos de misiles Aegis, capaces de cazar en vuelo toda cabeza nuclear lanzada desde el eje que va del Mediterráneo hasta Afganistán, son el mejor escudo de la paz y seguridad no ya de esos países, sino del entero mundo occidental. Todo apunta que el Pentágono quiere ampliar sus sistemas de detección y balística en España, cara a una Asia que no acaba de estabilizarse y una África cada vez más convulsa. Algo que nos afecta a los españoles tanto como a los norteamericanos, aunque sólo sea para que ambos continentes no se desplomen sobre nosotros, como empieza ya a ocurrir.

Esa es la médula de la visita. Naturalmente, ha habido que eliminar su parte más vistosa y recortar los encuentros con personalidades españolas de todo tipo, pero la masacre de Dallas imponía su ley de plomo. Aunque será difícil que Pablo Iglesias renuncie a su numerito ante el ilustre huésped. Este hombre vive de y para la TV, hasta convertirse en puro plasma. Si no lo es ya.

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