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La Tercera

El naufragio de un galeón en Japón

«Si España quiere proteger el patrimonio subacuático con el que está culturalmente vinculada debe reivindicar, para sus yacimientos, la mayor protección posible que otorga el derecho a los restos de un buque histórico: la inmunidad soberana, siempre que sea posible. Al mismo tiempo debe buscar la forma de aplicar la tesis del patrimonio compartido»

Nieto

José María Lancho

De alguna manera, durante 400 años, un jirón de tiempo de la España perdida lo ha custodiado una comunidad de pescadores japoneses, en la pequeña localidad de Onjuku, en Japón. Entre sus angostas playas fueron rescatados trescientos compatriotas españoles de un desastre naval. La historia ... no por olvidada es menos dramática, salvados por las nadadoras del pueblo, las amas, ellas mismas se preocuparon de que esa humanidad desconocida, sin duda un posible enemigo, no muriese ahogada o por hipotermia. Aun podemos imaginarnos lo que supondría para una localidad económicamente modesta ver doblada su población, proporcionar alimento, ropa, techo, lumbre, cuidados… conmueve toda esa lección de humanidad. El pueblo, como una comunidad del recuerdo, guardó en su memoria aquél evento frente a la más extraordinaria acumulación de circunstancias adversas: la prohibición de todo elemento extranjero en Japón (el sakoku o aislamiento del país durante el período Tokugawa), la destrucción del pueblo por varios sunamis y después la modernización, la indiferencia oficial y la guerra.

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