Ramón Pérez Maura
El modelo Revilla a escala nacional
Este odio de buena parte del PSOE por todo lo que representa el PP puede llevar a Pedro Sánchez a alumbrar una coalición que dé el Gobierno a Albert Rivera
ADMITAMOS que hay sondeos para casi todos los gustos –salvo para los que querían asaltar los cielos–. Desde los que dicen, como el de ABC, que habrá una clara victoria del PP aunque no tan clara como para poder tener la seguridad de que gobernará, hasta el que publicaba el pasado domingo «El País» que nos anunciaba que la composición de la nueva Cámara será como la Casa de Tócame Roque, con los tres primeros partidos empatados en intención de voto con sólo un 0,2 por ciento de diferencia entre el primero y el tercero. O sea, que no se sabe quién puede ganar.
Supongamos, por un momento, que pudiera darse un resultado a medio camino entre ambas encuestas. Con toda probabilidad eso permitiría cualquier combinación de Gobierno con una suma similar de escaños entre cualquier pareja que se pueda formar entre los tres empatados. Si se llega a un escenario así, apuesto a que a quien acabaríamos viendo de presidente del Gobierno es al que con más probabilidades va a quedar el tercero en el recuento final: Albert Rivera. Sería aplicar la fórmula Revilla, que el Partido Socialista ha ejecutado ya otras veces: con tal de que no gobierne el PP, que lo haga el que quedó tercero. Ya sabemos que es un modelo que al PSOE le ha gustado a pesar de las nefastas consecuencias que ha tenido para sus filas. Lo puso en práctica en Cantabria en 2003 tras las elecciones autonómicas. Allí el PSOE obtuvo 13 escaños y el partido de Miguel Ángel Revilla sacó 8. Con tal de que no gobernase el PP, que tenía 18 escaños y llevaba ocho rigiendo la comunidad autónoma en coalicion con el propio Revilla, el PSOE hizo presidente a este intelectual que había quedado el último. Desde entonces el PSOE en Cantabria no ha hecho más que mejorar: en 2007 pasó de 13 escaños a 10. En 2011 bajó a 7 y ahora sólo tiene 5. Pero ahí sigue, inasequible al desaliento, fomentando una coalición que les ha finiquitado como formación política, pero que impide gobernar al PP.
Este odio de buena parte del PSOE por todo lo que representa el PP puede llevar a Pedro Sánchez a alumbrar una coalición que dé el Gobierno a Albert Rivera. Y como en las pasadas elecciones municipales y autonómicas, todavía nos contarán qué gran victoria han logrado instalando a terceros en el poder, sólo porque descabalguen del mismo al PP y a Rajoy. En estas semanas de campaña, conviene pedir clarificaciones a los candidatos. Sería bueno que Rivera indique si sigue dispuesto a ayudar a llegar al poder a unos u otros indistintamente. Quienes todavía dicen que le va a venir bien al Partido Popular que Ciudadanos saque un buen resultado para equilibrar su enorme poder de la pasada legislatura, deben pensar si ese «equilibrio» pasa por un Gobierno Ciudadanos-PSOE. Y si eso es lo que creen, harán muy bien en votar al ciudadano Albert Rivera.