José María Carrascal - Postales
Mireia
Esta medalla de oro en Río es la mejor noticia que podía recibir una España desalentada, apática y con el motor gripado
No hace falta el apellido porque, hoy, Mireia solo hay una, con perdón y permiso de todas las demás. Esa chica de Badalona que se impuso en los 200 metros mariposa en Río de Janeiro es un orgullo para España y un ejemplo para todos los españoles. Ya había alcanzado el bronce en el combinado de 400 metros, pero le sabía a poco. Desde que logró en la mariposa una de sus dos medallas de plata en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, su sueño era conquistar el oro en los de 2016, y el sueño se ha hecho realidad. No fue un regalo ni producto de la suerte o la desgracia de las demás. Fue el resultado de cuatro años crueles, de ocho horas de piscina, gimnasio, cinta, pesas, boxeo incluso, tortura en fin, con los ojos fijos en esa medalla y la mente dispuesta a darlo todo, y más, para conseguirlo. Si el resto de los españoles tuviéramos solo la décima parte de la disciplina mental, el espíritu de sacrificio y la decisión de Mireia, este país estaría entre los primeros del mundo. Tenemos, sin embargo, que conformarnos con que haya una, aunque en el resto del equipo olímpico seguro que hay quienes se le acercan.
Es la primera medalla de oro que obtiene la natación española desde que López Zubero logró la suya hace 24 años. Sin quitar ningún mérito a aquélla, ésta la supera por partida doble. López Zubero era un producto de la natación norteamericana, donde había crecido y alcanzado su excelente forma, mientras Mireia es un producto integral del Club de Natación de Badalona, que tantas glorias ha dado a nuestro deporte y esperamos siga dando. Por otra parte, obtener hoy una medalla olímpica es infinitamente más difícil que hace 24 años. Ya no se compite solo con atletas de las grandes potencias del deporte. Se compite también con los de los países pequeños, cuyos gobiernos se han dado cuenta de la importancia nacional e internacional que tiene que suene su himno cuando los vencedores de cada prueba suben al podio. Si antes las diferencias se medían en segundos, ahora se miden en centésimas de segundo y pronto se medirán en milésimas. Quiero decir que conseguir una medalla, especialmente de oro, significa miles y miles de horas de trabajo, sacrificios personales de todo tipo y una voluntad de hierro. Que son las cualidades que hacen grandes a los individuos y a las naciones.
Es por lo que considero que ésta de Mireia en Río de Janeiro es la mejor noticia que podía recibir una España desalentada, apática, con el motor gripado y los conductores más interesados en que el otro no lleve el volante que en llevarlo ellos. Si se le une que llega de la mano -brazada sería más exacto- de una hija de andaluces nacida en Badalona, es decir, una muestra de esa España plural que no se quiere reconocer, nos percatamos de que todavía hay esperanzas. Gracias Mireia, y enhorabuena.