Salvador Sostres - Todo irá bien
La metáfora de España
Asumir a Julio Iglesias como metáfora de España nos haría imparables
La España perezosa que empieza a superar la crisis, y la España fratricida que se desafía en el abismo y se encona en sus fantasmas, se redimen en la figura sensacional de Julio Iglesias, que el martes ofreció en Cambrils el único concierto peninsular de su gira en marcha.
Julio tuvo cuando era portero del Real Madrid un muy grave accidente de tráfico que le dejó casi sin poder andar, pero paso a paso recuperó las fuerzas y la habilidad, se levantó como Lázaro y echó a andar, con dolor y dificultad, para convertirse en el artista latino más importante de la historia. Todavía en Cambrils, a sus 72 años, ofreció un emocionante concierto de dos horas, sorteando con admirable esfuerzo sus limitaciones; unas limitaciones que a muchos les hubieran servido de excusa para solicitar la baja indefinida y subvencionada, pero que a él le han servido para seguir luchando y crecer en el esfuerzo de superarlas.
Hay una España posible, brillante, esperanzada, que se refleja en la sonrisa de Dios y que es capaz de conseguir lo que se propone con talento y con empeño, sin rendirse jamás. El martes vi a un hombre multiplicar los panes y los peces de todas sus capacidades hasta rendir al público a sus pies.
Del mismo modo, aunque le habría sido más fácil instalarse en un discurso intermedio que a todo el mundo gustara, ahí estuvo como siempre, presumiendo de ser español tanto en sus canciones como en los comentarios que hacía entre ellas, recibiendo la cálida ovación de unos asistentes no sólo entregados sino sedientos de que alguien se acordara de ellos y les hiciera sentir importantes. Tuve la creo que nada exagerada sensación de que ha hecho mucho más Julio por defender una idea de España en Cataluña que cualquier estrategia del Estado.
Bien. Si él es capaz de levantarse cada día y andar, no hay excusas para nadie, ni para las bajas fraudulentas ni para los días personales; y hay que decir que si los españoles en su conjunto hubieran tenido su fuerza de voluntad, aunque sin disponer de su talento, España no habría ni conocido la crisis ni ningún populismo habría podido aprovecharse de nuestra debilidad.
Igualmente, si Cambrils ovaciona a Julio cuando defiende la unidad y la fraternidad, el Gobierno ha de poder combatir mucho mejor la demagogia del rencor para restablecer los lazos del viejo y fundamental amor.
Asumir a Julio como metáfora de España nos haría imparables, pero los españoles preferimos despreciar el éxito de nuestros genios, aunque sea un éxito mundial, como lo prueba el poco respeto con que se suele tratar su figura. Burlas aparte, hace años que en los periódicos nacionales no aparece ni una sola reseña sobre las apabullantes giras que el artista realiza por todo el mundo, triunfando en países como China, Australia, Sudáfrica o Rusia, adonde ningún otro cantante español ha llegado. Regalamos en cambio titulares a cualquier cantautor de izquierdas, aunque no sea la metáfora de nada, porque empatando con la cochambre nos sentimos más seguros que aprendiendo, hasta que llega el día en que ya no podemos disimular nuestro fracaso.
En cualquier caso, ahí está él, acompañándonos como siempre para recordarnos que todo es posible si nos esforzamos, si somos valientes y creemos en lo que hacemos.
Y para recordarnos, también, que si por odio o resentimiento continuamos hurgando en la miseria, sobre todo no pensemos ni por un instante que los genios van a hundirse con nosotros, porque ellos ya hacen su parte del trabajo y por eso están tan contentos y viven tan maravillosamente bien.