Editorial ABC
Mentiras para crear más confusión
Zapatero perdió sus últimas elecciones por la pésima gestión económica y por engañar a los ciudadanos; y por lo mismo Sánchez se convertirá en el peor presidente de la democracia
El Gobierno está planteando a los ciudadanos un juego muy peligroso en el peor momento, cuando España está inmersa en una recesión inédita y a las puertas de una depresión que ya vaticina caídas del PIB superiores al 15 por ciento. Todo en el Gobierno se basa en transmitir confusión e incertidumbre. No hay liderazgo, y cada ministro habla, analiza y diagnostica en función de sus intereses sin que exista coherencia. Los ciudadanos no saben a qué atenerse. Hay un Gobierno, sí, pero no existe una coalición con criterios unívocos, compatibles y congruentes. El último globo sonda de La Moncloa ha sido filtrar la idea de que los Presupuestos Generales incluirán una congelación del sueldo de los funcionarios y empleados públicos. La fractura interna ha sido notoria: vicepresidentes y ministros como Nadia Calviño, María Jesús Montero o José Luis Escrivá lo dan por descontado, entre otros motivos porque esa decisión se basa en la letra pequeña de los acuerdos alcanzados por Sánchez con la UE para que España pueda ser «rescatada» por más que La Moncloa niegue la mayor; a su vez, otros cargos como Carmen Calvo, Pablo Iglesias o Alberto Garzón niegan que contener el sueldo de los funcionarios esté en la agenda del Gobierno. El error en el mensaje es tan sobresaliente como la fractura interna. Todo se resume en maniobras que reflejan una mala gestión y planificación. Por ello, La Moncloa debe aclararse y contar la verdad.
Escrivá admitió ayer que debería congelarse el sueldo de los funcionarios porque a fin de cuentas la caída de los precios no les afectaría en términos macroeconómicos. Respecto a las pensiones, el Gobierno sopesa vincular en 2021 su revalorización conforme al IPC. Pero si la inflación cierra el año al cero por ciento, algo previsible, el resultado efectivo será también su congelación. Es palpable que una parte del Gobierno es ajena a conceptos elementales de economía y otra, más realista, está preocupada porque las cuentas públicas no cuadrarán sin recortes, aunque la izquierda busque subterfugios para llamarlos ajustes puntuales. Con todo, este puede ser el enésimo error de Sánchez, y que haya improvisado un discurso público catastrofista para después aparecer como un salvífico gestor que no congela nada. Puro electoralismo propagandístico con España en una situación de máxima gravedad. El dato cierto es que el Estado tiene ya 60.000 millones de déficit, lo que supone más que la suma completa de los últimos tres años, y que el agujero de las cuentas públicas aumentó un 433 por ciento hasta julio. En esta tesitura, el Gobierno juega con los ciudadanos de manera irresponsable. Zapatero perdió sus últimas elecciones por la pésima gestión económica y por engañar a los ciudadanos; y por lo mismo Sánchez se convertirá en el peor presidente de la democracia.