Editorial ABC

El mejor homenaje es la verdad

ABC se suma desde estas páginas al homenaje nacional organizado por el Gobierno, pero pone en cuestión la sinceridad, inexcusable a la hora de expresar cualquier sentimiento de forma creíble, de quienes han hecho de la mentira y el disimulo su hoja de ruta

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Homenaje es sinónimo de reconocimiento, hasta el punto de que ambos términos van unidos en celebraciones como la de hoy, en memoria de las víctimas del Covid-19. No reconocer a los miles de fallecidos que ha dejado la pandemia y conformarse con una estadística parcial e interesada anula cualquier tributo. La Moncloa llega tarde y mal a un homenaje que ha agendado y diseñado a conveniencia de parte, muy lejos en el tiempo de la tragedia que conmocionó a la sociedad española y con un formato que viene a subrayar el laicismo militante del Gobierno. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha puesto tanto empeño en renunciar a un funeral de Estado -forma tradicional de despedir y recordar a las víctimas a las que llora una nación mayoritariamente católica- como en organizar un acto desnaturalizado, hecho a la medida de su propaganda y para el que no ha dudado en utilizar la figura del Rey, ahora sí, como elemento legitimador. Sánchez no quiso asistir a la misa oficiada en el catedral de Madrid por el descanso de los muertos de la pandemia porque no quiere contarlos. Demasiado peso sobre sus espaldas. El presidente del Gobierno prefiere cantar victoria en su guerra particular contra el Covid-19 mientras su médico de cabecera, Fernando Simón, busca una «ubicación» definitiva para los miles de fallecidos que no entran en el listado oficial, más liviano para Sánchez que la cifra real de víctimas. ABC se suma desde estas páginas al homenaje nacional organizado por el Gobierno, pero pone en cuestión la sinceridad, inexcusable a la hora de expresar cualquier sentimiento de forma creíble, de quienes han hecho de la mentira y el disimulo su hoja de ruta. Lo hicieron durante el pico de una pandemia que se cebó con nuestros mayores sin el obligado luto y lo hacen ahora, tarde y con una falta de reconocimiento que desvirtúa su pésame.

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