Perfil del aire
Más España
A la España progresista, que no progre, le falta Más España

Es una pena que Errejón haya demostrado lo que es: un tímido, por no decir un pusilánime, vulgo cobarde. Este becario que cobraba sin trabajar es un político de la nueva hornada, políticamente correcto, blandito tirando a blandiblú. Atrás dejó la parafernalia comunista, el marxismo ... de Lenin que precedió al de Groucho para demostrar que el barbudo burgués al que siguen en laica procesión tenía razón cuando dijo que la historia se repite: primero es una tragedia, y después se convierte en comedia. Del chavismo al errejonismo, pero con el maldito capitalismo permitiendo que comamos tres veces al día. O cuatro. O cinco, que por lo visto es más sano. Es una pena que el capitalismo no sea como lo pinta la izquierda, tan malvado como bien saben los ucranianos que morían de hambre mientras las patatas se pudrían en el campo. ¿O aquello lo decretó Stalin?
Es una pena -ya van tres penas, como en la canción de Rafael de León, el poeta proscrito del 27- que Errejón no haya tenido valor ni coherencia para ampliar su partido con el nombre que le correspondía. De Más Madrid, a Más España. Se ve que esta izquierda de Twitter y de Facebook no da para más, que siguen anclados en los prejuicios de los progres que le tenían alergia al nombre del país, de la nación. O del estado, como dicen para no dejar por embustero a Franco, que la nombraba así. Ahora necesitaríamos Más España para conseguir una igualdad que no existe. Ahí está el cupo vasco para corroborarlo. Una antigualla foral que nos retrotrae al medievo y que les encanta a los que pregonan el progreso. La palabra paradoja se queda corta.
A la España progresista, que no progre, le hace falta Más España, más solidaridad entre sus autonomías y menos privilegios como los que quiere conseguir ese españolazo que se apellida Ortuzar, y que es la secuela del Algarrobo en Kurro Tximenez. Ya no se puede ser más rancio que este baranda del PNV que se pasa la nacionalidad por el forro de los mismísimos cataplines. ¡A mí, Sabino, que los arrollo! Pues estos carpetovetónicos irredentos y xenófobos -quieren dividir a los vascos en dos grupos según su RH político en el nuevo Estatuto- son los tipos que Sánchez, Iglesias o Errejón consideran progresistas a la hora de formar un Gobierno de progreso.
A España le falta más entidad, más competencias estatales, más unidad en la solidaridad: eso es la igualdad, queridos predicadores de una virtud que no ejercéis nunca. Que pregonen ese principio igualitario los que defienden los privilegios de las autonomías más ricas es para tumbarlos en las elecciones. O en el diván del psiquiatra. Que le dé vergüenza al niño mimado de las teles sectarias llamarse Más España también es digno de análisis. Como el último lema del PSOE. Ahora, España. Lo importante no es el sustantivo, sino el adverbio. Ahí está la clave de Sánchez, un presidente adverbial más que proverbial. Ahora. Es su canon, su norma, su ley. Ahora, lo que haga falta. Mañana no existe. Porque cuando llegue, será ahora. Y vuelta a empezar.
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