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La Tercera

Misterio y enigma de Rusia

«Los rusos llevan cuatrocientos años con ansias ardientes de hacerse europeos, han llorado con los europeos las ilusiones perdidas y los ideales truncados. Pero Europa sigue mirando a Rusia con sorna y con altivo desdén, y con el miedo que concita la barbarie. Ahora bien, pueden cansarse ya, definitivamente, de seguir siendo mendigos del europeísmo liberal y concentrarse en su solo espíritu nacional. Ése sí que sería el mayor peligro para la Europa altiva»

Martín-Miguel Rubio Esteban

Cuando el sufrido pueblo ruso consiguió acabar con la maldición histórica del comunismo, algunos creyeron que la nueva Rusia democrática, con derecho a la propiedad privada y libertad de mercado, iba a entrar en Europa, sin ningún recelo aprensivo por parte de Europa, como cualquier ... otro país europeo más. Nada más lejos. Europa ya odiaba a Rusia mucho antes de la Revolución Bolchevique debido a una muy honda y emprejuiciada idea forjada por los imperios de entonces. Pero aquellas razones de odio son las mismas que hoy se esgrimen en el conflicto ruso-ucraniano. Sólo hace falta leer los incendiarios discursos del vizconde-tarántula de Beaconsfield, esto es, del primer ministro de Su Graciosa Majestad, el gran Benjamin Disraeli, sobre la ayuda de valientes voluntarios rusos, movidos sólo por el sentimiento de un deber espontáneo, a sus hermanos eslavos de Bulgaria, cuyos niños y mujeres los turcos ensartaban en la punta de sus yataganes, para percatarse de la rusofobia que sufría el primer ministro de la primera potencia del mundo en aquel momento. Pues bien, el fondo misterioso de esos discursos siguen vivos en la diplomacia internacional, sobre todo europea. En realidad, Europa siempre, ya desde el siglo XVI y Miguel Romanov, ha mirado con malos ojos a Rusia, presintiendo siempre de ella algo malo y perturbador, algún fatídico enigma que sólo Dios conoce y que la llama a poner espanto en el corazón de Europa. Sin haber hecho contra Europa jamás una guerra de invasión y haber sufrido, por el contrario, invasiones de la Europa occidental, sin embargo, Europa la ha sentido como alevosa, como no siendo Rusia Europa verdadera. Por todo ello la cuestión de Ucrania hoy encierra en sí, quizás sin que lo sepa la mayoría aún, todos los demás problemas políticos, dudas, desconfianzas y prejuicios de Europa. El misterio quizás sea el que Rusia haya sido, junto a España, el único baluarte que ha impedido el señorío total del Islam en el mundo. Es el cristianismo y la moral cristiana tradicional lo que quizás moleste más de Rusia. El hombre ruso no conoce nada superior al cristianismo, ni puede imaginarlo. Incluso en ruso al campesino se le llama ‘Krestianin’. En el cristianismo ruso no hay siquiera pizca de misticismo, sino que todo él se reduce a amor de humanidad, a la pura imagen de Cristo. Ilya Múromets, el héroe épico canonizado por la Iglesia Ortodoxa, es el Mío Cid de los rusos. La otra gran alarma de la Europa no católica era la formidable capacidad que podía tener en el futuro un paneslavismo liderado por Rusia, todos los pueblos eslavos ortodoxos pilotados por Rusia. Esos son los enigmas.

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