Tribuna abierta
A vuelta con las elecciones catalanas
«En Cataluña lamentablemente estamos acostumbrados a que el conjunto independentista ordena, manda y decide como si la única ley existente fuera la suya y todo lo que se aparta de sus infalibles voluntades o delirios es culpa de un país extraño, opresor, invasor y ladrón como es España»
Ante la denuncia de España Cívica y otras organizaciones de la sociedad civil y la interposición de recursos de base jurídica de particulares y otras asociaciones dentro de su especialidad, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha suspendido el Decreto de la Generalitat en funciones, o sin funciones, para el aplazamiento electoral manteniendo la estatutariamente establecida fecha del 14 de Febrero.
No es interés de éste artículo analizar a quienes beneficia o perjudica la decisión porque lo verdaderamente importante es que quede muy claro que la legalidad está siempre por encima de las trampas, los engaños o los intereses personales o de partido. Éste solo hecho representa ya una victoria de la Democracia y el Estado de Derecho.
En Cataluña lamentablemente estamos acostumbrados a que el conjunto independentista ordena, manda y decide como si la única ley existente fuera la suya y todo lo que se aparta de sus infalibles voluntades o delirios es culpa de un país extraño, opresor, invasor y ladrón como es España. En cualquier país normal sería automática la expulsión o la proscripción de todos aquellos aspirantes a gobernantes que estuvieran condenados por delincuentes, fugados de la justicia, disfrazados con pieles de cordero para ocultar sus oscuros intereses secesionistas o armados hasta los dientes para paralizar, incendiar, saquear, destrozar y hacerles verdaderamente la guerra callejera violenta a los cuerpos de seguridad y policías como los CDR. Pero un somero análisis de los candidatos e integrantes de las listas de los partidos independentistas o antisistema, nos ofrece una foto muy exacta de la susodicha fauna política que aspira a seguir destruyendo Cataluña, social, económica y culturalmente pues en realidad no son más que oportunistas sin pasado y lo que es peor, con un futuro tendente a cero.
Todos los catalanes estamos llamados a contribuir a la supervivencia de nuestra tierra lejos del aislamiento, el caos, la ruina y el aldeanismo, acudiendo a depositar nuestro voto sin distinción a aquellos partidos que con mayor o menor acierto son fiables, huyendo de mercenarios, aventureros o verdugos del sistema democrático y constitucional. Francamente es incomprensible que un solo catalán pueda apoyar la firma de su propia sentencia de muerte votando esas opciones, pero como lamentablemente la intoxicación, el adoctrinamiento y el engaño es el pan que nos alimenta cada día en Cataluña puesto que mucha gente del mundo rural no ve más que lo que le enseñan en TV3, unido a los centenares que viven del funcionariado autonómico o local por no hablar de suministradores y sector servicios amenazados de ruina al perder un buen cliente como es la Generalitat, el independentismo oficial va a obtener de nuevo un resultado alarmante.
Pero hay una opción y una esperanza si entre todos alentamos a todo ese sector social constitucionalista y realista en el futuro para acudir a las urnas masivamente. Vamos a disponer de una quizás irrepetible oportunidad de iniciar un vuelco a una década de desastres para el progreso catalán que recupere el rumbo de la concordia y el progreso huyendo de estériles y nocivos enfrentamientos. La historia, la cultura y las emociones deben ser las protagonistas de una reconciliación entre catalanes pues en ello encontraremos el secreto de la buena convivencia.
Debemos ser conscientes que siempre hubo y siempre habrá un sector de la población cuyas emociones heredadas o adquiridas sueñen en aquél imposible petit país en el mundo actual que cantaba un trovador independentista hoy desaparecido entre sus cobardías y sus dineros, pero si somos capaces de abrir el baúl de la convivencia y el respeto a la pluralidad, no solamente lo celebraremos los catalanes, sino todos los ciudadanos españoles y europeos que hoy observan con incredulidad cómo se puede llegar a destruir una tierra y una región tan rica. No puede ser más indignante para todos que asistir al derribo de la historia con tanta tradición y con tantas particularidades especiales que alcanzan hasta un idioma propio de uso común por la ciudadanía catalana desde siempre.
Estamos en un momento crucial pues a la enorme crisis sanitaria y consecuentemente económica se une una necesidad de reconciliación y convivencia entre catalanes, y ello no se va a producir mientras flote en el ambiente oficial el otro virus, el de la ruptura, el insulto, el engaño, el odio y por consiguiente la inoperancia y el delirio que imposibilita el progreso.
Desde hoy, desde ésta y cualquier tribuna que se me ofrezca voy a clamar porque ni un catalán que ame de verdad su tierra como pieza fundamental de España y Europa se puede quedar en casa el próximo 14 de Febrero y acuda, bien protegido sanitariamente, a las urnas para depositar su voto libremente. Podemos con ello empezar a cambiar la triste historia de los últimos diez años con una esperanza en el horizonte de aquella Cataluña cosmopolita, culta, serena, tolerante y solidaria con el conjunto de españoles en un futuro de liderazgo en la Unión Europea.
Nos jugamos tanto como el futuro de las nuevas generaciones y nuestro legado hacia ellos. ¿Puede haber algo más importante? ¿Podemos tener mayor responsabilidad?.