Editorial ABC
El mapa bancario vuelve a cambiar
El Banco de España y el BCE ven con buenos ojos una fusión positiva para BBVA y necesaria para Banco Sabadell, con gran exposición a las pymes y con problemas en el Reino Unido
La pandemia ha acentuado el complicado escenario al que ya se enfrentaban las entidades financieras españolas. Vamos a convivir con tipos de interés negativos durante una larga temporada, lo que hace muy difícil convertir en rentable un negocio basado fundamentalmente en prestar dinero, y la crisis económica disparará la morosidad de numerosos préstamos, una vez se levanten las moratorias aprobadas por el Gobierno. Ante esta situación, las fusiones, que ya se estaban estudiando dentro del sector, se aceleran y se plantean como una de las mejores opciones para hacer frente a la complicada situación que se avecina. La fusión de Caixabank y Bankia marcó el camino; Liberbank y Unicaja han reconocido que están en conversaciones, y ahora BBVA y Sabadell confirman que están estudiando su posible unión.
El mapa bancario español ha sufrido una profunda transformación desde que estallara la crisis financiera en 2008. De las 45 entidades que había entonces, quedan 13, tras una década de rescates públicos y después de la primera resolución europea protagonizada por Banco Popular en 2017. Durante este periodo, el número de oficinas bancarias se ha reducido en casi un 40%, y las plantillas se han recortado en cerca de 100.000 personas. Aun así, como coincidieron ayer en señalar los consejeros de los principales bancos del país en el Encuentro Financiero ABC-Deloitte, las fusiones siguen siendo una buena solución para fortalecer un sistema poco rentable. «Hay que unir fuerzas para hacer frente a un entorno complicado», apuntaron.
La venta por parte de BBVA de su filial en Estados Unidos le permite hacer caja, aumentar capital y prepararse para hacer frente a la posible fusión con Sabadell. En principio, esta operación es positiva para BBVA ya que generaría sinergias y consolidaría su posición en el sector empresarial, pero no está exenta de riesgos e incertidumbres. No obstante, es Sabadell quien más necesita la operación. Su gran exposición a las pymes y los problemas de su filial en el Reino Unido, TSB, dificultan que el banco que preside Josep Oliu pueda afrontar el futuro en solitario, y tras quedar descartada la fusión con Bankia, la unión con BBVA parece una buena opción. Y así lo ha entendido el mercado, que ha dado la bienvenida a la posible fusión con una subida de más del 30% en las dos últimas jornadas.
Aunque oficialmente ni el Banco de España ni el BCE se han pronunciado sobre la operación, ya que tienen que esperar a que haya un acuerdo y se les presente formalmente el proyecto, ambos organismos ven con buenos ojos la fusión. El ahorro de costes que conllevaría, por el cierre de oficinas y el ajuste de personal, y el tamaño de la nueva entidad -la fusión alumbraría un gigante con casi 900.000 millones en activos- les permitiría afrontar en mejor situación el previsible aumento de la morosidad que se avecina, y las inversiones tecnológicas necesarias para la nueva era digital. Y tras la experiencia de la crisis financiera, que se tradujo en más de 40.000 millones de euros en ayudas públicas todavía sin devolver, aparte de otros 20.000 aportados por el propio sector a través del Fondo de Garantía de Depósitos, el sector debe prepararse y fortalecer su musculatura para evitar que esta situación vuelva a repetirse. Los despidos son, en efecto, la parte más negativa y desgraciada del proceso, pero son hoy una consecuencia inevitable de las fusiones. Y queda garantizar que la necesaria concentración del sector financiero no ponga en peligro la competencia bancaria, con un aumento de costes para los clientes. Pero eso ya debe ser misión de los supervisores.