José María Carrascal

Dos manifas

Lo que deben de estar riéndose los terroristas en su Edén

José María Carrascal

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Como somos así de chulos en España, tuvimos, no una manifestación antiterrorista, sino dos. Claro que no eran realmente contra el terrorismo, sino de unos españoles contra otros. Lema de la una «No tengo miedo»; de la otra, «Vuestras políticas, nuestros muertos». Falsos ambos. Hay miedo y tanto la política como los muertos son comunes . Lo que deben de estar riéndose los terroristas en su Edén, rodeados de las setenta y dos huríes que les prometió el Profeta.

La primera manifestación, la oficial, mucho más numerosa, convocada por las autoridades catalanas, con asistencia de las del resto del Estado, era para tapar la cadena de errores , negligencias, falsos cálculos que el golpe de los yihadistas de Ripoll habían dejado al descubierto, desde el no haber puesto obstáculos en las Ramblas a haber dejado escapar al conductor asesino, pasando por el «Señoría, no exagere» de los Mossos a la juez cuando ésta les indicó que la voladura del chalet de Alcanar podía estar relacionada con el terrorismo. También debió influir el éxito que tuvo el Rey en Cataluña durante las jornadas que allí estuvo. Les chafaba sus planes de demostrar que son autosuficientes, había que neutralizarlo de la forma que fuese, mentira y calumnia incluidas, a más de quitarle protagonismo en esta manifestación. Claro que más que una venganza catalana, era una venganza de chinitos.

La segunda manifestación infinitamente más reducida, pero no menos importante al estar organizada por quien hoy manda realmente en Cataluña: la CUP, que tras haberse cargado a Mas, ha convertido a su sucesor en un títere . Hay que reconocerle no sólo osadía, sino también perspicacia para conocer a la actual clase política española, donde la pusilanimidad impera en todos los cuarteles. Con tal de no violar lo «políticamente correcto», van del ridículo al suicidio. Nada de extraño que después de mangonear a su antojo la política catalana, los de la CUP intenten mangonear la española. Espero que no tengan éxito porque, en ese caso, vamos, no al choque de trenes, sino al precipicio.

Para resumir el resultado de ambas manifestaciones. De entrada, que si se buscaba mostrar la unidad de todos contra el terrorismo, lo que ha demostrado es que estamos más divididos que nunca desde 1936 (a mí, y ya sé que van a caerme chuzos pero hay que hablar claro, me recordó el artículo de Prieto sobre los entierros simultáneos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo). Luego, que el Rey tenía que estar en esa manifestación, como Rajoy y su gobierno, por falso y peligroso que fuese. Las máximas autoridades españolas ya han hecho demasiada dejación de su presencia en Barcelona para faltar a esta cita tan importante como infame. Por último, si Puigdemont and Company querían demostrar que Cataluña es un lugar seguro y pacífico económica y políticamente, lo que han demostrado es justo lo contrario. Sólo había que verles la cara. Como si pensaran a qué universidad norteamericana se irán si ganan «los suyos».

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