EDITORIAL ABC
Un mandato común al PP y Ciudadanos
El tiempo de Ciudadanos para superar al PP acabó cuando se cerró el escrutinio. Ambos partidos deben entender el compromiso que les han confiado sus electorados
Si como acordó la cúpula de Ciudadanos después del 26-M, el Partido Popular es su socio preferente, el partido dirigido por Albert Rivera debería tomarse en serio las negociaciones para formar gobiernos autonómicos y municipales donde sea posible formar una mayoría de centro-derecha. Las especulaciones sobre el Ayuntamiento de Madrid o los gobiernos de Castilla y León o Murcia contradicen el mandato de un electorado que, votando al PP o votando a Ciudadanos, quería una alternativa a la izquierda o mantener un gobierno entre ambos partidos. La estabilidad que necesita la política española empieza por fijar con nitidez las líneas de las opciones ideológicas y las mayorías de gobierno. Lo razonable es que PP y Ciudadanos se apoyen recíprocamente y hagan alcalde o presidente autonómico a aquella de sus candidaturas más votadas. Lo que para Rivera, en la campaña del 28-A, era bueno para España -un gobierno de coalición entre PP y su partido-, también debería serlo para sus comunidades autónomas y ayuntamientos. Nada sería más deseable que poder diferenciar al PSOE de su secretario general, Pedro Sánchez, y hacer políticamente comprensible una abstención en la investidura del candidato socialista, confiando en un cambio de su política con la extrema izquierda y el nacionalismo. Es puro voluntarismo pensar en algo así, lo mismo que lo es aspirar a una especie de rebelión interna de barones socialistas, que les hiciera acreedores del voto de Ciudadanos. Los ejes de la política española están definidos por una alianza táctica y estratégica del PSOE con los nacionalismos más radicales desde 2003 -consentida por todos sus dirigentes territoriales-, y mientras esta se mantenga, es necesaria una alternativa sólida de centro-derecha que fuerce al socialismo a cambiar a una política constitucionalista y de Estado.
Las urnas miden la aceptación de las propuestas de cada partido. El mensaje del votante a Ciudadanos fue claro: el PP sigue siendo el líder del centro-derecha y de la oposición al PSOE y convierte a Ciudadanos en un partido decisivo para introducir los cambios necesarios en los poderes autonómicos y municipal. El tiempo de Ciudadanos para superar al PP acabó en cuanto se cerró el escrutinio de los votos, y son estos los que miden las fuerzas de los partidos y sus opciones de gobierno. Tanto PP como Ciudadanos deben entender el compromiso que les han confiado sus electorados: ser fuerzas de cambio y de contrapeso a un gobierno central que el PSOE está dispuesto a alcanzar pactando con quien sea necesario. Y si los socialistas se alían con Podemos, los separatistas catalanes y los proetarras de Bildu, la culpa no será de Rivera por no abstenerse, sino de Sánchez por no renunciar a ser investido con tales apoyos. Si lo hizo una vez, en la moción de censura, volverá a hacerlo.