Editorial ABC
Maduro extiende la represión
Ya no cabe ninguna negociación salvo la que desemboque el final de la dictadura
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La situación en Venezuela es cada vez más inquietante. La dictadura no tiene más planes que los de extender la represión contra los demócratas, mientras la población muere de hambre. Si alguna vez la hubo, ya no queda ninguna duda ni ningún resquicio intelectual para pensar que haya una solución que no pase por la salida de Nicolás Maduro y sus últimos cómplices. La única alternativa sería aceptar que el régimen corrupto y totalitario se ancle en el poder como hicieron los hermanos Castro en Cuba hace ya sesenta años, a base de anular todas las libertades y convertir el país en una gigantesca cárcel.
Maduro ha rebasado ya las últimas líneas de ilegalidad que le quedaban al acosar físicamente a la Asamblea Nacional y a algunos de sus principales dirigentes. Que las embajadas se estén llenando de diputados y representantes políticos que apoyan al presidente encargado, Juan Guaidó, es una señal evidente de la extrema gravedad de lo que está sucediendo. Estos patriotas venezolanos que arriesgan su libertad, su patrimonio y su vida por defender la democracia en un momento tan dramático, merecen todo el apoyo.
Sin embargo, también es evidente que solamente con este apoyo político casi simbólico ya no es suficiente. Maduro está en la cuerda floja y ya no sabe quién será el militar que decidirá cuándo debe partir al exilio, pero hace falta que la comunidad internacional arrecie la presión en todos los sentidos para acelerar este proceso. Ya no cabe ninguna negociación salvo la que desemboque el final de la dictadura. Ya no hay más posición digna que la de apoyar al pueblo venezolano con todos los medios para salvar a los venezolanos del infiermo en que la dictadura bolivariana ha convertido a su país.